Mi barrio.

El lugar donde nací y crecí, una humilde colonia en Reynosa, Tamaulipas, México, se ha diluido a un triste pasado, a las nostalgias y, supuestamente, por el progreso. Claro, nada misterioso que hayan cambios, en uno mismo, o en los alrededores, pero cuando no se respetan a tan bellos y frondosos arboles, creo, lo de las mejoras, no las son del todo sin las sombras de tan amables gigantes.

De niño, los arboles, aparte de ser mi oxigeno, eran mi segunda casa, el escritorio de mi primer poema, incluso, mis terapeutas al cobijarme entre sus ramas en esos jóvenes días de un amor no correspondido. Lo fundamental es que,los arboles son bellos, que hablan y nos aprecian desde lo mas profundo de sus raíces.

Hace ya tiempos, despuésde intensos tronidos y brillantes relámpagos, de un momento o otro, el sol del mediodía se desaparecía, se hacia, casi, como ese mismo día del cuando crucificaron a Jesús. Y, de pronto, se descendía un aguacero, mas bien, un diminuto diluvio que transformaba a mi barrio en una laguna. En si, no solo era el repentino océano que caía el que hundía a mi barrio bajo el agua, sino que mi barrio estaba en un declive, y los contiguos barrios, mas altos. Ahí pues, que el agua corría como desbocados caballos, pero también, para el adolescente que antes fui, era una de las experiencias que mas esperaba ya que, a cada vez ponía al mar pegadito a mi casa, y una luna,, el canto de las ranas, y el amor de mi niñez, a tres solares de distancia,.....oh.

De los recuerdos que aun me acampañan, aun visualizo las grietas sobre la superficie de la tierra que las fuertes corrientes dejaban, muchas raíces de arboles e infinitas sorpresas, es decir, regalos de una lista que le había Santa Clous y que por ocuapado, los había olvidado. ( Balones de fútbol, bicicletas, zapatos, libros, y hasta unos burros, vivos, que después sus dueños reclamaban)

Esos arboles, frondosos y bellos, en los aguaceros, eran mi refugio, mi arca de Fidel, en 1978.


Fidel Guerra.
United States, Febrero, 2017.