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Mi cuñado Bilo.

Tema en 'Prosa: Cómicos' comenzado por Sueño roto, 11 de Diciembre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 4422

  1. Sueño roto

    Sueño roto Poeta recién llegado

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    9 de Noviembre de 2010
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    Mi cuñado Bilo



    [FONT=&quot]Mi cuñado es bajito, flaquito, con dos trozos de cielo azul intenso en la cara. Holguinero de pura cepa. De él aprendí que la mala suerte no se busca, ella sola viene, y que el mejor modo de contrarrestarla, es no darse por vencido. De Bilo se enamoró y no lo suelta. Si está en la cola* de las pizzas, el de alante se lleva las últimas, si va a montar en la guagua*, dice el conductor:
    -Usted no, compañero, hasta aquí nada más...
    -Por favor, socio, si quedo yo solo en la parada... mire que tengo que llegar a La Aduana!
    -¡Ah, sí? ¡Pues yo voy para embajada! - Y sin más, arranca la guagua dejando una nube de polvo, y ahí queda el pobre, pensando que si al menos tuviera una bicicleta...
    Y así sucesivamente, en una lista que no acabaría nunca, se suceden una tras otra sus aventuras y desventuras. Por ejemplo, una vez, ingresaron a su sobrina en el Pedíatrico. La esposa y él esperaban la hora de visita para entrar a verla, pero el hambre les halaba de las tripas como el verdugo más cruel. Bilo le dijo a la mujer:
    -Moni, voy a la hamburguesera y vengo pronto.- Pero la cola era de anjá. A la hora todavía estaba parado donde mismo, aquéllo era como la canción del burro Pichirilo, que no caminaba ni pa'lante ni pa'trás. Y el hambre que tenía Bilo...
    Con la mano puesta en el estómago, que dolía a fuerza de vacío, se dirigió al hombre que tenía delante. Tocándolo en el hombro, le preguntó:
    -Oiga, si me hace el favor, ¿Qué hambre tiene usted?
    -¡Cómo dice?...-Preguntó el otro con aire ofendido.
    -¡Ay no, disculpe, que el que tiene el hambre soy yo!!!- Se apresuró en aclarar Bilo. - Quise decir qué hora tiene...
    -¡Ahh, bueno... faltan veinte para las dos.
    Decidió irse. Al doblar la esquina, miró hacia atrás. Divisó al hombre del reloj ya casi llegando al mostrador. Se dijo para sí: "Qué mala suerte la mía, ahora es que va a adelantar la puñetera cola... Tenía que haber mandado a Moni..." - Y se alejó maldiciendo aquél periódo especial que de especial sólo tenía el nombre...
    Después de eso decidió probar suerte y se mudó a Pinar del Río, donde se decía que las cosas no estaban tan malas. Montó un kiosco y de ahí iba pasando. La gente le gastaba bromas. Un día, ofertaba batido de guayaba y de guanábana. Pasó un ciclista jaranero y preguntó sin detener la marcha de qué eran los batidos. Bilo gritó con rapidez juntando las palabras:-¡De guayábana!!!
    El bromista siguió su camino riendo a más no poder.
    Pero mal que bien, con lo que sacaba de la venta pudo comprarse una bicicletica "de medio palo"* y ya podía salir a resolver sus asuntos sin esperar por nadie. Los días que la venta estaba floja, dejaba a la mujer en el kiosco y se iba por ahí a "lucharla". En una de esas, iba del Vallecito para Manuel Lazo cargando un saco de mangos en la parrilla de la bicicleta, loma arriba, y con el aire en contra. La carga se le rodaba a punto de caer por un costado, pero tenía miedo de parar y no tener fuerzas para seguir después. En eso, oyó que le gritaban: -¡Biloooo!
    Miró para atrás y vió un hombre que salía del caserío y lo miraba sonriente. Mi cuñado se decía que tenía que conocerlo, porque lo había llamado por el nombre, pero no recordaba de dónde. Se detuvo a esperarlo y le tendió la mano. Chorreando sudor y con la respiración entrecortada por el esfuerzo, dijo:
    -¿Cómo estás compay? Ayúdame a arreglar el bulto y dame un empujoncito, haz el favor.
    -¡Cómo no!- dijo el otro con un asomo de desencanto en el rostro.
    Mientras Bilo se alejaba dando las gracias con una risa de oreja a oreja, oyó al supuesto "conocido" gritar a voz en cuello mirando hacia las casas:
    -Hiloooo!... ¡Vendo hilo y agujas de coser a manooooo!!!
    -Ah, caramba! -Pensó.- Yo creí que decía Bilo...
    Cuando llegó a su casa, se echó a cuestas el saco de mangos co la intención de entrarlo, pero un fuerte dolor en la espalda hizo que lo soltara profiriendo un fuerte quejido. Conclusiones: Una neumotórax que casi le arranca la vida. La gente murmuraba por lo bajo que ahora sí se había acabado Bilo, que los médicos no lo aseguraban, que pobre, venir a morir tan lejos de su tierra, un hombre tan luchador...
    Aunque algunos mal intencionados decían que imagínate, con las "notas" que cogía, estaba débil, que seguro que ese día estaba borracho...
    En fin, allá en el hospital estaba él como león enjaulado, jurando que lo tenían allí por gusto, cuando se le plantó una mujer por la pielera de la cama y le preguntó si él era macho. Olvidándose de su condición de enfermo, se incorporó de un salto diciéndole a la señora con voz alterada:
    -¡Oiga señora, yo soy macho, varón, masculino!!! ¿Quiere que se lo compruebe?...
    -¡Ay no, disculpe, le preguntaba porque me dieron este pomito de café para un tal Macho que no aparece...
    Bilo se tapó la cara con la sábana y lloró de vergüenza. Esa noche se fugó del hospital y se fue para Holguín. -Si me muero - pensaba - que sea en mi tierra.
    Pero no se murió. Más bien se inmortalizó... porque allí, en Alcides Pinos, le puso su nombre a un puente. Si alguien no me cree, que vaya allá, y una o dos calles antes de llegar a la veintisiete, pregunte por el puente de Bilo Mora, que le van a decir -Mírelo, ahí está.-
    Sí, porque el pobre quiso festejar la buena suerte que tuvo al no morir, y ya saben como... más borrachito que una panetela. El caso es que se fue cabeza abajo con todo y bicicleta. Se rompió la mandíbula inferior, la frente, y el pómulo derecho, además de costuritas por todo el cuerpo; hasta el olfato perdió para siempre. Pero tampoco murió, y anda por ahí guerreando, ganándose unos pesos donde sea, - menos robando- porque eso sí, a emprendedor, no hay quién le gane... Lo que pasa es que tiene mala suerte. Dicen, -a mí no me lo crean- que la suerte de él nació verde, y un chivo se la comió...

     
    #1

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