Mi hogar(5)

Soy el viento…

“Mi madre sonreía al amanecer”…

Aunque el Sol se demorase en llegar, sus besos tiernos me ayudaban a despertarme. Esos ojos dulces siempre me han acompañado, todos los días de mi vida…

La fría estación de otoño, previa un invierno mas cruento…

Amanecía siempre con una frazada más encima de mí… Sabía que era de mi madre…

Los mayores se apuraban…

Las calles aún no tenían las veredas, y la tierra de fuera, se barría y echábamos un poco de agua para que no se levante el polvo a la entrada de mi casa.

Los zapatos bien lustrados, el uniforme caqui de aquellos años, con las insignias en el hombro, los galones que determinaban el grado de estudio, la corbata, y la cristina…

Un beso a mi madre… y cada uno salía raudo para ir caminando a la escuela.

Las mujeres estudiaban por la tarde, y en su tiempo de recreo, era costumbre escuchar canciones infantiles reproducidas por un viejo parlante que estaba a puertas de la oficina del director.

Mi madre era como una hormiguita trabajando… Ya estaba en la cocina preparando los alimentos, como en el lavadero lavando la ropa, o bien en el batan de piedra para moler los condimentos…

Un árbol de higo había en medio de mi jardín que estaba cercado por unas maderas colocadas como sardinel; encima de ellos, una jaulita de alambres tenían los únicos canarios de aquella cuadra.

Mi madre era dulce; pero sabía poner orden en el hogar… Cada quién tenía sus deberes… El mío a esa edad, era escoger el arroz…

“Todos debemos cocinar” – me decía… “Así cuando te cases, o te quedes solo, podrás atenderte”…

“Mi madre sonreía al amanecer”…

Soy el viento…