Mi primer purgante

El primer recuerdo que tengo de algún remedio o medicina de mi infancia es el de un purgante para las lombrices. En esos días nuestras vidas estaban llenas de cosas fantásticas, de descubrimientos cotidianos como si el mundo fuera reciente y tuviera una serie de capas que quitábamos para descubrir que había otra más; pero no todos nuestros descubrimientos eran divertidos. La cocina de nuestra humilde pero gran casa, con un piso de tierra compactada, construída así para evocar las cocinas de las haciendas, estaba ubicada en el fondo de la casa y era el sitio de reunión de los adultos en las tardes de calor denso. Allí me dió mi madre por primera vez (al menos que recuerde) un purgante casero que consistía en leche tibia con ajo machacado. No fue fácil atraparme para administrarme la asquerosa pócima que seguramente alguna vecina o comadre le recetó cuando ella le comentó: “ese muchacho está muy flaco y barrigón, como que tiene lombrices”. Entre Petra, una mujer como de 300 años que trabajaba desde hacía 290 con la familia, y mi madre me agarraron a la fuerza, inmovilizándome de manos y pies, advirtiéndome, no sé cual de las dos, “no vayas a vomitar, porque al que no quiere caldo, se le dan dos tazas”, me hicieron abrir la boca, que apretaba yo con la fuerza de un rinoceronte, y me empujaron el contenido de un vaso de aluminio que, como cosa bien curiosa, y a pesar de no estar en Panamá y ni siquiera tener un conocido panameño, recuerdo perfectamente tenía grabada la consigna “Panamá para los Panameños. Omar Torrijos”. A pesar de que sentí como si acabara de ingerir por la fuerza mierda de gato tibia, no vomité ni lloré delante de ellas. Una vez que me liberaron, salí corriendo hasta mi cuarto, me metí debajo de mi cama y comencé a llorar en silencio con una fuerza tal que me temblaban los puños cerrados mientras juraba que me iba de la casa al día siguiente en la mañanita y que no me verían nunca más, que mi madre lloraría cuando no me encontrara por ninguna parte, pero que en la noche, temprano, regresaría solamente para ver su cara de alegría mientras me abrazaba y me prometía entre lágrimas que nunca más me daría un purgante para las lombrices. Me quedé dormido allí, debajo de la cama, y decidí salir cuando el olor de la cena, preparada por Petra y mi madre, vencieron a mi orgullo.

 

jajajjajajajjajajajj, pobre Espi, yo recuerdo también de esas pócimas pero no te contaré de una vez en que comí chupones (es un fruto silvestre que se da en Chiloé y tiene pepas), me los comí todos y no te contaré que fue lo que me dieron , porque me da vergüenza atroz, jajjajajajjajajajjaj.
Pero de esas historias por ahora mejor reír, la suerte de nuestros hijos que no tendrán que vivir de esas pesadillas que nos toco a nosotros...
Saludos y abrazotes compañero.

 

Encantadora narración, en verdad que me ha gustado leerla pues bien has sabido traer el relato hasta nuestros ojos y sentidos y bueno, ese "menjurge" si que suena espantoso, jaja, yo me se uno para el bronquitis que me preparaba mi abuela pero... no es recomendable. Un abrazo hasta tu orilla!!

 

pues gracias por compartir esos momentos me has sacado muchas risas...
un mescla de emociones...
yo no recuerdo esos alimentos caseros...(mi madre nunca estuvo)...
y ese remedio casero, aca se lo da para la tos, jajajajaa es un espectorante el ajo...
aunque también diurético...


un placer pasar.

 

Jajajajajajaja, sí, menos mal que nuestros hijos no pasarán por esos ensayos de comadres alquimistas. Gracias, Pinco, por tu visita y por tu valoración a mis letras, que no son más que un intento de plasmar y compartir mi humilde adicción de vivir. (Y por cierto, algún día me tienes que contar con que pócima extraña te trataron la ingestión de chupones). recibe un abrazo gigantesco desde el norte del sur, mi pequeña Venecia.

 

Gracias, Marea Nueva, gracias por tu hermoso paso por estas letras. Sí, la verdad es que antes (no hace tanto tampoco) dependíamos de los consejos de las comadres y vecinas para tratar cualquier cosa sencillita que nos ocurriera. recibe un gran abrazo desde mi pequeña Venecia.

 

Mil gracias por tu paso, Sheyla. La verdad es que si hiciera un relato de cada cosa extraña que me hicieron tomar o comer en mi infancia, terminaría por escribir un libro (lo que no es mala idea) con el que te reirías un buen rato (lo cual tampoco es mala idea). Gracias por tu hermosa huella en mis letras. Un abrazote desde mi pequeña Venecia.

 

Buen relato, ameno y bien dibujadas todas las escenas, creo que todos tenemos anécdotas chistosas de nuestra niñez, si me he reído de tu historia, y me trae a la mente una propia que intentaré plasmar un día de estos... todas las estrellas para ti amigo Poeta...

 

En esos días nuestras vidas estaban llenas de cosas fantásticas, de descubrimientos cotidianos como si el mundo fuera reciente y tuviera una serie de capas que quitábamos para descubrir que había otra más...

Tu recuerdo hoy me permite descubrir una nueva capa.
Definitivamente me gusta leerte.
Entre calderos y pócimas o entre los patios de astromelias
una espina dejas en los labios y el pensamiento.
Una pluma que da lo mismo corta o lineal,
cumple su cometido: dejar un pensamiento.

Estrellitas armoniosas.

 

Gracias por tu paso, José. Sí, todos tenemos esos episodios de la infancia que están llenos de humor y de tántas cosas buenas que tiene ser niño. Aún las menos divertidas nos hacen reír hoy día. Abrazos, poeta.

 

Mi guara querida!!!!! Gracias por tu siempre hermoso paso.

 

sabes qué...leo PURGANTE y me mato de risa, ...(para mí es imaginarme los dolores de panza y estar en el baño todo el dia)jajajajajaja, aunque tu no lo digas...

 

Jajajajajajajajaja, me aproveché de la etiqueta del foro: "MICRO", pero de igual forma eso me dejó la excusa completa para otro microrelato (eso sí, bien penoso) en donde puedo hablar de los resultados de la infame pócima. Eres terrible Sheyla!!!! Un gran abrazo de este poeta purgado.

 

[TABLE="width: 500"]
[TR]
[TD="align: center"]
[/TD]
[/TR]
[TR]
[TD]Había algo familiar en tu lenguaje y no pude evitar la curiosidad de averiguar primero de dónde diablos eras, jajaja ¡Venezolano! ¡No me equivoqué! Parecían torturas aquellas que narras tan brillantemente en tu prosa, pero no eran otra cosa que el cariño de una madre y su preocupación por vernos siempre sanos... Fresca tu narrativa, sin tapujos, con cierto refinamiento y gran espontaneidad. Me trajo gratos recuerdos de mi niñez... Me quedo eternamente agradecido,
Elhi Delsue[/TD]
[/TR]
[/TABLE]

 

Elhi, poeta, gracias por tu apreciación a mis humildes letras. Sí, intento reflejar lo que siente el hombre de a pié, más allá de los recursos literarios o de la métrica y la escuela. es un honor tu paseo entre mis versos. Un gran abrazo!