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Mi romance con el alcohol

Tema en 'Ensayos' comenzado por JOSAM, 10 de Agosto de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 1105

  1. JOSAM

    JOSAM Poeta recién llegado

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    9 de Octubre de 2009
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    Hombre
    Estoy aquí, no sé donde, tal vez debe ser por la bebida que me domina desde hace un tiempo. A veces creo que toda mi vida fue junto a ella. Alguna vez tuve familia; madre, padre, hermanos, tíos, abuelos, perros. Pero de esos perros que corrían, que se lastimaban; a uno que otro le faltaba un pedazo de oreja porque estuvo peleando con otro o simplemente jugando cuando eran cachorros.

    Aclaro esto porque ya no juegan, ya no se ensucian ahora duermen en sillones y ven la tv, tienen prótesis, viven perfumados, ya no salen y usan pañales: “porque se cansan al caminar, eso no les gusta, les gusta estar descansando, afuera esta frío”. Ya no disfrutan ni de su propia cagada. Debe ser por ese alimento que ingieren, que es para que caguen compacto, ¡a!, “y es nutritivo” decía la joven (que nunca había criado a un niño) de su perro, mientras yo volvía de comprar mi dosis de alcohol diario y ella parloteaba con su madre.

    Si es que era la madre porque tenían las mismas cantidad de cirugías, lo que se podía apreciar a grandes rasgos, como también se podía apreciar de que una señora era mayor que la otra por detalles que un cirujano no puede esconder. ¿Esconder de qué? me pregunto; de su imagen corporal de joven que grabo en su retina y el espejo no devuelve o del pibe que le dice “doña”( porque sin intención de ofender denoto que ya era mayor) cuando le pidió que le alcanzara la pelota. La doña miro para otro lado, no quería hacerse cargo y los pibes solo querían jugar.
    “ ! Está sorda!” , grito uno de los niños un poco perplejo. Mientras ella salió a paso agigantado como para que sus propios pensamientos no la alcanzaran (esos que razonan y seguro esa noche se iba acordar de que el tiempo pasa).
    Los futbolistas, que aun eran pasionales porque no habían crecido lo suficiente como para experimentar otro sentimiento, que sin querer fueron sabios y sin querer ayudaron a la doña. Pero seguro que ella no se dio cuenta, lo tomo como un insulto, tal vez porque había perdido su capacidad de quererse. Y tal vez los pequeños futbolistas continuarían siendo sabios por un tiempo más.

    Yo andaba caminando con zapatos poco lustrados, camisa de unas modas anteriores y un jeans gastado, era instruido pero austero. Me gustaba ser así y un poco fui criado así. Pero mientras más crecía menos todo me gustaba y más solitario me volvía. Era difícil ser escuchado, mirado, saludado o simplemente pedirme que saliera algo inteligente de mi boca; así creían ellos. Asociaban mi aspecto con mi nivel de conciencia, pero mi nivel de conciencia estaba apagado por la bebida, no por otra cosa. Yo la había apagado a propósito.

    En definitiva a una persona como yo todo le costaba más. El asiento en el bus, el que me ayudaran empujar ese viejo auto (que por cierto ya no lo tengo), el pedirme disculpas, por favor, permiso; en si el respeto. El que no me respetaran me dolía, me enojaba y a veces me quebraba por completo. El respeto que no pedía, el mismo que buscaba ganarme en cada acción cotidiana, pero nunca tenia oportunidad porque era un ente. Solo lo obtenía un par de veces cuando lanzaba unas trompadas y los demás corrían despavoridos.
    Ya no sabían que eran los golpes de puño, ni en caricaturas lo habían visto de niños, porque ya hacía rato que la violencia física era censurada por el consiente general. No así la verbal, que era usada hasta para entretenimiento en la TV. ¡De esa si sabían esos cagones! (la que no era legitima pero tampoco ilegal): “córrase viejo, estoy apurado, no moleste, ridículo, pelotudo”. De esas que entran y no salen, duelen y quedan por un tiempo. Pero como se dieron cuenta soy un viejo, no estoy para tantos round, tal vez sea esta la causa de la bebida, pero no estoy seguro.

    A veces creía que pertenecía a otra época, quería ser de otra época o en su defecto no quisiera haber crecido. Quería seguir siendo ese niño que fui en esa época maravillosa.
    Tome y tome, eso fue un día cansado de escucharme y escucharme hablar sin parar. Ese día luego de dormir, me levante mas abrumado aun. Había soñado que entraba a una joyería; quería comprar un reloj y ellos antes que hablara me ofrecían las pilas para el viejo contador del tiempo que llevaba en mi mano. No pensaban que podía costear uno, ¡y yo trabajaba, quería un reloj!. Ahí es cuando me mire; era un desastre, mi atuendo no encajaba con la tienda.
    Qué clase de violencia era esa, la de no escucharme; si "el cliente siempre tiene la razón”. Cuando desperté solo quería tomar otra vez, fue un sueño pero afuera no lo era, creo que aquí es cuando comencé mi romance con el alcohol.
     
    #1
    Última modificación: 10 de Agosto de 2016
    A nelida moni y dragon_ecu les gusta esto.
  2. corin

    corin Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
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    Mujer
    Las malas compañías son siempre odiosas, y peor si esa compañía es el alcohol, por cierto era solo un sueño...
    encantada de leerte.
    Saludos
     
    #2
    A JOSAM le gusta esto.

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