Mi sabio amigo

MI SABIO AMIGO

De visita a un sabio anciano, muy amigo.

-Siéntese hijo, me invitó; le voy a comentar algo que me tiene vivo.

¿Qué será?, amigo mío.

Algo sobre la vida- respondió-

Me miro a los ojos, parecía leyendo una prosa.

-La vida, oh la vida, ¿por qué nos llevas en contra vía como si buscáramos un ahogado aguas arriba?

Así nos trata la vida muchas veces concluyó; ¿a qué se debe?-pregunté-:

Muy serio el anciano manifestó:

-¿Será que todos arrastramos un karma o el Karma es como un virus que vuela como el polen buscando a quién martirizar?

-No valen quejas, ni golpe de surte, cuando el Cristo se pone de espaldas es mejor suplicar que nos crucifiquen como a Él.

La espera es larga casi siempre, y peor cuando uno vive de sus recuerdos y estos fueron exitosos y abundantes, entonces el único camino es maldecir frecuentemente la maldita vida.

-Ya sabemos, que dé para atrás no se sostiene nadie y que la espera es larga, casi tan larga como la vida misma.

¿Entonces qué hacer?, lo interrogue.

Nada, rezando no se solucionan las penas, llorando vaciamos los lagrimales pero el mal o el Karma nos sigue atormentando.

A quién invocar, si la solución ya sabemos que si llega será tarde.

-Mejor tómese el cafecito amigo que yo lo voy a acompañar.

Todo esto lo manifestó el anciano con una tranquilidad sorprendente y una sonrisa burlesca, que más parecía de felicidad.

Despacio se tomó una taza grande que contenía una fuerte agüita.

No rece por mi, que ya no lo necesito, -me pidió- antes de cerrar para siempre sus ojos.

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