Mi soledad y yo.

Esta es la historia de una mujer que perdió todo lo que un día creyó inecesario y que hoy desea más que otra cosa: la compañía humana.​

Las manos en las bolsas y el corazón en el suelo. Bajo las escaleras de mi casa, frente a mi queda el pequeño desayunador (que en realidad sirve para las 3 comidas), tomo un vaso y lo lleno de agua. Observo cada movimiento del torrente de agua que sale del grifo de la cocina, escucho el sonido del líquido fluyendo, cierro la llave y me siento en la incómoda silla de madera. La vista perdida igual que la esperanza, lleno mi mente de la soledad que me ha hecho vacía, siento el rose de mis propias manos en mi cara: ¿Cuándo fue la última vez que sentí la piel de alguien más?. A mi lado solo se sientan mis sueños rotos, mis aspiraciones olvidadas, mis frustraciones acumuladas... Ya no hay humanidad en esta casa, hasta yo perdí ese aire de grandeza que algún día llegué a tener. Me canso ciertamente de vivir así: sola con mi soledad. Ni siquiera cuando me miro al espejo puedo ver a otra persona, solo está esa cara destrozada por los años y los errores. Solo mi rostro: más vivo que muerto. Solo soy yo y mi soledad... Yo y mi soledad...
Termino de beber mi vaso de agua, así mi vida sigue sin más preguntas ni reflexiones, así no sufro, así disfruto la libertad. Y mañana beberé más, y pensaré lo mismo que pensé hoy, y terminaré de beber, y dejaré de pensar, y al día siguiente...

 

Me alucinas niña leyendote,sigo y seguire diciendo que escribes lindo pá tu corta edad,eres buena esribiendo si sigues así y no lo dejas seras una buena escritora.Me autivan tus letras.Un abrazo fuerte
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