Mi trabajo...en Navidad

Mi trabajo…en Navidad



Despedí y recibí el nuevo año trabajando. También hubo fiesta, no demasiada. Poca tregua te da el trabajo, cuando te dedicas a cuidar a personas mayores o incapacitadas.

La Navidad me ha pasado volando, rozándome suavemente y dándome golpecitos en la espalda para que no me olvide de hacer bien las cosas , para que no me desfase y me centre en lo importante. También , por suerte por una vez en la vida, me ha recordado día a día que lo estaba haciendo bien. En varios frentes a la vez.

La Navidad trabajando me sienta bien.

Trabajar me sienta bien, aunque en lo más profundo de mi alma esté pidiendo a gritos un espacio, un tiempo de libertad, de irresponsabilidad, eso que se me da de maravilla, hacer lo que me de la gana cuando me apetezca y no importar nada más que lo que me pida el instinto. Pero eso ya hace tiempo que pasó a la historia, por el momento. Cuando te dedicas a cuidar a otras personas a quienes sus familias ya no cuidan, y lo haces porque quieres, toca estar a la altura. No vale ahora sí, ahora no. Toca estar el día de Navidad, el de Año Nuevo, el día de Reyes. Y si fallas, les fallas a ellos, no a ti. Esas personas padecen enfermedades degenerativas, mentales, trastornos y demencias irreversibles…muchas solo vejez, y la mayoría…soledad. No les puedes fallar. Da igual si es Navidad o el día de Reyes. No lo saben. Ellos sólo esperan que llegues, como cada mañana, para darles los buenos días y ayudarles a levantarse y hacer lo que ellos ya no pueden hacer. Levantarse de la cama, lavarse, vestirse, desayunar… Y lo que traiga el día.

Nunca antes me sentí tan entregada a mi trabajo como en esta Navidad que acaba de pasar. Nunca antes me había dado cuenta de lo importante que puede ser un trabajo tan simple en apariencia. Nunca antes me había sentido tan responsable, tan necesaria en mi trabajo. Tal vez por eso uno se vuelve responsable, cuando se sabe necesario.

La Navidad es tan sólo un tiempo , un escenario adornado con sus propios motivos, pero los días son los mismos. Hoy brillan las luces del árbol, las guirnaldas, suenan los villancicos y todos hemos de estar felices…Mañana ya veremos. Yo he visto la tristeza en sus rostros. Aun queriendo mostrar alegría y hacer felices a otros, a veces no es posible, ni por Navidad. Pues en eso consiste mi trabajo. Dar un poco de alegría a la tristeza.

Por una extraña razón que desconozco, a lo largo de mi vida he elegido trabajos no fáciles, duros, de los que o te involucras o no. Quizá no he sido yo quien los haya elegido, y ha sido la vida misma la que me los ha puesto ahí. Yo creo que aun así he acabado por decidirlo yo. La vida puede decir misa pero al final la que decide soy yo. Y siempre acabo por hacer lo más duro, lo que más me cuesta. Lo que a veces he dicho que no sería capaz.

Y sí, soy capaz. Claro que soy capaz. De lo que me echen. Soy capaz de sacar una sonrisa a alguien que llora porque no está junto a su familia en estos tiempos de Navidad.

Pensar en la gente que está triste en Navidad no es igual que verlo. Cuando lo ves, das gracias a poder hacer un trabajo como el que yo hago, porque te permite poner tu granito de arena, no, todo tu ser, para que esa tristeza se diluya en un instante. Me gusta hacer eso, hacer que otros se sientan bien. No para sentirme yo bien. Yo es lo de menos. Me faltan palabras que puedan expresar ese sentimiento. A veces me invade esa tristeza de otros que yo intento disipar. Y me la como. Pero da igual. Puedo ser una esponja. Me recupero en cuanto veo una sonrisa.

Es duro mi trabajo, pero yo estoy hecha de retales de una vida que he querido vivir, y no me voy a quejar, nunca lo he hecho. Si tengo un motivo para hacer algo mejor cada día, soy feliz.

Buen año nuevo.

Estrella C. Z. 2018