Mickey y Minnie.

Yo la creé...
Pero soy autor y obra.
Luego por tanto, mis comentarios sobran.
Y estoy entre la espada y la pared. En un suspiro.


En una vida. En un milagro.


En un puro habano neto y simple.
Y ella me mira con desdén.
Mientras se quita el sostén.
Y se desnuda en camerinos. Tras la escena vespertina, al atardecer, en el ocaso de los dioses.


La varita mágica le dotó de una prodigiosa voz de la conciencia.





Ahora, sí abre su mente, para descubrir lo que disfruta la gente, de la vida.
Ya, cicatrizaron sus 40 mil heridas.
Y por ende, quiere darme mi merecido.
Por lo mucho que he crecido. Soy su Mickey Mouse más grueso.


Y ella es Minnie. Y nos besamos en los labios, por debajo de la mesa.