Migrante

Que insistente es el paso del tiempo; en los ojos de otro ser humano.
Que cruel las palabras que los profetas me han anunciado.
No hay consuelo entre barrotes y puertas, si la libertad grita a palabras sordas.

Y el viento apacible sabe a condena.
Pues el pecado fue la necesidad de libertad en otras tierras; y ellos sin razón, me dan sentencia.

Su cruel trato a mis pies descalzos ha hecho llaga con indiferencia.
Mi rostro empapado se encuentra.
En el desespero mi fe y la esperanza han muerto.

Por ser de otra lengua, mis palabras se agrietan.
Que peso del mundo tienen las fronteras, entre guerra y armas están dispuestas.
Hoy sin aliento la libertad en prisión me condena.