Mis once fantasmas

No quiero darme vueltas, percibo una parálisis en el vacío de mi tiempo.
Igual sigo andando por la vida, aunque sin remedio, ansioso, con el corazón abstracto y la mirada intacta, en la mochila viajan el alma y la mente, siempre de la mano, siempre a cuestas.
En espera no se de qué, tal vez del paso a paso, de un vuelco importante y que esto sirva para algo, no lo sé.
La magia penetra en las arenas de la vida, esta en juego todo, marcho a través de un sendero de la mente, me imagino costeando la maleza, sobre algún rezago de pensamiento, que aunque insano, viaja cómodo en un bolsillo del pantalón.
A pesar de estar aquí, ya no estoy.
Perdí mi tiempo de encuentro.
El fuego carece de bravura, el frío no enfría, la noche no oscurece.
El himen de una idea, sufre emitiendo motivaciones, porque sabe que no hay caso, por mas que reme, será en vano; siempre lo fue.
Mis nutrimentos perceptivos, han evolucionado, desde impúber me acompañan, crecimos juntos, son once; no tuvimos la filosofía de compartir sentimientos.
Todos ellos modularon mi vida.
Fueron sitiando, conquistando.
Alma, cuerpo y mente.
Tres factores relevantes, vitales para resistir.
Los once migraron hacia mí, el día de mi concepción, desarrollaron su estilo y personalidad, sembraron desdicha, cólera y herida.
Hoy, en mi madurez, me atrevo a juzgarlos.
Tristeza, Alegría, Olvido, Venganza, Pasión, Esperanza, Amor, Orgullo, Odio, Envidia, miedo.
Mis once acompañantes, los once hermanos, los once karmas.
Todos ellos, son los once fantasmas que me atormentaron en todo el viaje, hoy me siento independiente de ellos, hoy los miro de frente, los invito a mi mesa y lo más importante, pago yo, no quiero deberles nada.
No sé por cuanto tiempo dure mi administración, mientras tanto, necesito disfrutarlo.