Misteriosas premoniciones no compartidas

¿Fue un imbécil alguien que durante sesenta años ocultó premoniciones a los hijos, aún sin haber acertado un premio digno en las quinielas de fútbol? ¿Se merece tal calificativo? Creo que mi padre siempre imaginó que le tocaría un montón de dinero, pero la diosa fortuna jamás le sonrió. Yo no entendí por qué no compartía algo gratuito con nosotros. ¿Qué le impedía decirnos si el Madrid o el Barcelona, o cualquier otro equipo ganaba, empataba o perdía en sus enfrentamientos? ¿El miedo al ridículo? Quizás.

Mi hermano murió atropellado en la niñez. Es la vez que cobró una cantidad más o menos aceptable, casi lo justo para que por fin la familia se decidiera a emigrar a Cataluña, a vivir junto con mis tías y tíos.

Mi madre había rezado muchas veces en la soledad de un rincón de una de las dos habitaciones, donde el eco no era recogido por mueble alguno.

No sé cuál fue el contrato de mi madre en sus rezos. De pequeño pensaba, y aún sigo pensándolo, que le exigieron la vida de un hijo a cambio de su deseo: salir de aquellas montañas donde no teníamos esperanza alguna. Claro está que a ella no lo le informaron de la letra pequeña.

Igualmente, siempre pensé que Dios se marchó de la Tierra hace dos mil años, cuando crucificaron a su hijo, cuando la representación humana de aquel entonces decidió salvar a Barrabás y sacrificar a Jesús. Cogió las maletas y nos dejó en manos del otro, de Satanás.

Por esto he creído que cuando se reza, se reza al diablo, que por ello mi padre nos ocultaba las premoniciones de las quinielas, para que no nos tocara un premio porque, estoy seguro de ello, él pensaba lo mismo que yo: que si hubiésemos cobrado una gran cantidad de dinero nos hubiese costado muy caro. Pero él, mi padre, estaba dispuesto a aceptar el sacrificio con tal de sacarnos de la inmensa pobreza que nos aplastaba. Y por eso no le tocó nunca la quiniela, porque le exigían algo que él no estaba dispuesto a entregar; le exigían que nos diese los resultados de la quiniela a cambio de la vida de otro hijo. Con haber perdido a uno tuvo más que suficiente. ¿Fue esta la causa por la que no nos dejaba participar y ver sus pronósticos? Es la única explicación que encuentro, y la que más me gusta, y, seguramente, por increíble que parezca, la verdadera.

 

[FONT=&quot]Reflexivas prosas con un toque sutil místico, notable inspiración mi amigo poeta
[FONT=&quot]Abrazos

 

Esto no es inspiración, señor Daniel, por extraño o misterioso que parezca, sino algo casi, o real. Gracias amigo por su pasear por estas letras. Se le saluda, si sube el comentario jajajjajaja.

 

Apostar suele acompañarse de superstición, quien sabe...

Estrellas,

Palmira

 

Muy interesante tu relato. Seguro que tu padre no quería que algo malo les pasarán sus hijos. Gracias por compartir tu escrito. Saludos y bendiciones.

 

Cierto, apostar conlleva superstición si se carece del conocimiento matemático de las posibilidades de ganar en el juego que se apuesta, Uqbar. Muchas gracias por su paso. Se le saluda.

 

Muchas gracias, señora Lou. Este relato es muy real, quizás demasiado. Se la saluda afectuosamente.

 

Yo tampoco, señor Norberto, porque fue real en mi cabeza, pero dudo que mi cabeza sea real. Gracias por pasar, amigo.

 

Tus relatos siempre tienen un halo de misterio fascinante, amigo; además, yo también creo en las premoniciones. Un abrazo.

 

Me has conmovido amigo, tantas historias parecidas y siempre me conmuevo...feliz fin de semana.

 

¡La mejor verdad! El amor que te inspira solo puede ser verdad. Abrazos a la cuenta Sr Evano, me parece un escrito conmovedor y precioso.

 

Muchas gracias señora Mariam, por pasar y por creer en las premoniciones, que las hay, sin duda. Muchas gracias, señor Gavase, por su agradable pasear entre mis letras. Y muchas gracias, querida Ethel por leer este relato tierno y, en el fondo, de amor; pero si quiere un relato tierno de verdad, lea "El hombre que susurraba a su burro", ese sí que es tierno jajaja... aunque está en el foro de prosa fantástica y de terror jajajaja... Me estoy riendo sólo por culpa de Anakef, que publicó en el foro de concursos con un título que ni pintado jajaja... Al final se cabreará conmigo jajajaja... Un montón de abrazos, amigos.

 

hermoso relato me gusto mucho,es un placer leerte, un abrazo y exitos

 

Muchas gracias, Poetita Azul, por su paso entre mis letras. Saludos afectuosos.

 

a veces siento tus obras, tan latentes y poderosas, que nos envuelven como siempre, vaya prosador que eres, besos

 

Este relato es casi verdad, por raro que parezca, señora Marián, por lo que me cuesta poco inventar. Gracias amiga, un abrazo.

 

Con este cuento me acordé de mi abuela. Ella tuvo dos sueños separados. Primero soñó un número de la lotería, se despertó en la madrugada y anotó el número, a partir de entonces el billetero nunca dejó de llevarle su "cachito," como le llaman aquí a la fracción del billete que viene dividido en tres series de 20 fracciones cada una. Semana tras semana le pasaban a dejar su número y ella lo guardaba en su monedero. Luego tuvo otro sueño al que no le dio ninguna importancia: soñó que su empleada doméstica venía gritando hacia ella y le decía que se había sacado la lotería. Maldita la cosa que le importaba que alguien más se sacara la lotería -pensó-. La abuela no era supersticiosa, compraba el billetito por si las "recochinas moscas" (por si acaso), al contrario de mi abuelo que compraba el billete completo, los que se iban al bote de la basura cada semana. No, ella no sería tan tonta, no gastaría tanto en esa tontería, solo compraría un cachito.

Pues resulta que un día que pasó el vendedor de la lotería a dejarle el pedazo de su número la abuela había salido fuera de la ciudad. Y el billetero no quiso dejarle el "cachito" a la "muchacha" porque jugaba al día siguiente, la convenció para que lo comprara ella ya que su patrona volvería hasta el próximo lunes. La chica lo compró, pidió prestado por aquí y por allá y reunió la cantidad. El domingo se entera que el número salió premiado con el premio mayor. Ya no se presentó a trabajar pues le tocaron sus buenos milloncitos. Decente como era, después de cobrar el pedazo de billete pasó a despedirse de su patrona, y a darle las gracias porque gracias a que no estuvo para comprar su billete, ahora ella sería rica por un tiempo.

Jamás me reí del asunto porque la abuela se ponía de mal genio y no paraba de maldecir.
Obvio es pensar que lo que más odiaba en este mundo era tener sueños.

Hermoso cuento amigo Évano, como siempre un placer pasar por su letras.

 

Así es, Don Melquiades, hay muchas historias parecidas con la lotería (yo conozco unas cuantas, de gente que durante años jugó el mismo número y en cuanto deja de hacerlo...). Pero este relato, más que un cuento encierra "mucha verdad", aunque vista desde mi perspectiva (un poco fantasiosa, eso sí jajaja...). No me extraña que su abuela no quisiera ni oír del tema jajaja...Muchas gracias por pasar. Se le saluda afectuosamente.

 

Una nueva genialidad
surgida de tu interior amigo estimado. Un abrazo
y un cálido saludo y mi felicitación por tu extraordinario talento.

 

Muchas gracias, señor Eladio, es usted muy amable. Se le saluda, amigo.