Mnemosyne IV

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Cielos falsificados, voces profanas, el atuendo de la obviedad sujeto al averno.

Infiltrados entre la multitud “-he sabido sobre vileza súbita, y aquí me encuentro ahora”
-se encuentra anonadada, un crudo hielo de norte baja sobre su espalda, el escalofrió que invade su mente no es por la perversidad entre los nobles, ¿a que le tienes miedo? Que es lo que avanza como araña tejiendo hilos seductivos, hogar de voces alternas, entrelazadas sarcásticamente, que irónica es la vida, tiene tantos ojos y aún así hoy en este lugar el ambiente nublado no deja a ninguno de ellos sentirse satisfecho
“-presiento que hoy morirá bastante gente” –videncia estructural; las situaciones conducen a una obviedad “-más personas de las que esperaba”
-Aún así ella también puede poseer tanto temor como el que infunde, pero nadie, excepto los Másters conocen la ciega idea de Cathode, y quien le ha enviado a este lugar no ha sido nadie más que un traidor como otros tantos. La épica no estaba destina a realizarse en horas tempranas, pero ya saben, el destino es mutable en sus pormenores.
El estallido; consigo los cristales violentaron contra las personas, algunos se clavaron perfectamente sobre la espalda de los nobles acurrucados en el suelo “-ha pasado tanto tiempo” el gemido de las damiselas heridas opacaba la tenue voz de Cathode, Mnemosyne pudo entender perfectamente.

Mnemosyne. Parece que me habéis extrañado un tanto
Cathode. Saboreé un dulce escalofrió de perra a unos metros de distancia, ya me imaginaba que fueras tu
Mnemosyne. No te hubieras molestado, ¿te puedo ofrecer un capuchino?

Nadie pudo detener su primer ataque, sus ojos blancos palidecieron aún más, prosigo hasta su objetivo atravesando el cuerpo de unos cuantos que intentaban huir del lugar, los gritos despavoridos de las personas le excitaban, sangre sobre su capa, entre sus manos, y una tenue sonrisa que lastimo a Mnemosyne“-ella no ha cambiado en nada, aún sigue disfrutándolo”
El arte de las dos dagas; armas sagradas, poderosas y veloces; refulgen, grandes destellos al chocar unas con otras, lid de un mismo nivel, hace mucho habían batallado con magia, ahora tan solo lo hacían como humanas, el reencuentro siempre es gratificante, una laceración al descuido; la concentración es indispensable, su mirada fija en sus movimientos, otras veces en su mirada resentida, algunos falsos ingresaban contra Mnemosyne, era obvia su decisión, pero la convicción más grande era destruir el mal de raíz, acabar con Cathode, y cualquier obstáculo estaría condenado a morir, en ello la danza de dagas acababa con uno y con otro que se acercara, no solo Mnemosyne laceraba o terminaba cortando sus extremidades completamente, Cathode también exterminaba fácilmente a cualquier basura que estorbara, nadie se podía entrometer en su lid, sería como meter los dedos en la licuadora. La policía pronto arribo al lugar, el gran estruendo de las dagas resonaba a la distancia, un ave se poso sobre el marco de la entrada, lo que sucediera adentro, ahora ya no le concernía a la raza humana.