Monólogo de mi musa

Mil pasos de una suerte se escabullen de los confines de mi suelo, mil sombras de algún pretexto de mi demencia se esfuman entre las paredes viejas, y mi hogar se desmorona en las noches del insomnio y su nicotina que amarillenta de mis dedos hasta mis celajes desfigurados por el tiempo.

Mientras sigo sentado frente a la notebook intentado dar forma, embellecer y hasta acicalar a las ideas de todas mis muertes.
La hoja del Word esta en blanco y no es por la falta de ideas, tampoco por las sepulturas de los sueños ni por la tumba de mi alma y su éxodo. Es porque a la idea hay que pulirla y tallarla, extraerla de una roca amorfa y salobre; muchas veces le dejo la sal que es el condimento que expelen mis venas abiertas, pero a la roca en bruto hay que esculpirla con la musa del momento, y esa musa no siempre sale a pasearse por el papel.
Hoy es una noche de esas, hoy es una noche de silencio interno y externo.

¡Qué ramera que es mi musa! Me digo en este instante en que tengo tanta sangre hirviendo al borde de verterse sobre los helechos de mi conciencia. Muchas veces esta ramera se interna en los prostíbulos de mi mente y de ahí no quiere salir a mostrase, ¿capas qué de esa forma se resguarda de tanto dolor?, pero no le importa que yo me coma las uñas intentando dar forma a ese diamante en bruto de ideas, y digo comerme las uñas en sentido figurado porque ustedes, amigos, se asustarían al verme escribir, me verían ver comiéndome hasta los falanges enteros, y esto lo digo sin ningún sentido alegórico, ya que es un hecho real con mis ensayos.

Musa acorazada que cópula con mi mente, con mis espectros del ayer, con todas y cada una de mis muertes, que también se envicia con mis cuarenta cigarrillos diarios y mis vasos sin fondo de vodka y ron. Le gusta mi oscura vida, también jugar a los dados y al póquer con la blasfemia “mi blasfemia íntima” con la cual apuesta todo, incluso su braguita, pero siempre gana y así me deja con mis ideas de perros más alzados que de costumbre.

¡Esta maldita musa que se hace rogar muchas veces! Yo le doy tantas cosas, tanto placer, albergue y alimento, y cuando le pido una gauchadita tan mínima, una simple aparición en el papel, no lo hace, no toma mi mano para bordar esos apolíneos caminos con mis cruces y cementos; he pensado que tal vez se cansó de mi dolencia, se hartó de tanto pesar; es que hay que aguantarme a mí también, lo admito, no soy un trago fácil de digerir, no soy suave ni dulce, más bien soy lava volcánica que quema la faringe, pero tanto tiempo vivió con mis mañas y delirios que creo que es una cuestión de costumbre más que de complacencia.

Y justo ahora, cuando empiezo a tener toda esta revolución disparatada, mis dedos empiezan a teclear y las ideas empiezan a vestirse de gala, aunque seguramente será para ir a otro de mis entierros, para otro de tantos que he tenido.

 

Jajaj ay, ten cuidado en no comerte Dani, bueno muy buen monólogo con esa que es tu bella inspiración y que nunca te abandona, quizás es que me imagino que se aburre de verte morir tantas veces, pero bueno ella misma te revive.
Un abrazo