Motor

Sus movimientos cortos me inspiran.
Con antelación, medito agónico ante tal sosiego cósmico, observo detenidamente, el reflejo de sus miradas, rebotando frente a una calma quística, enfermiza, que prevalece inmóvil consternada.
La imaginación me sugiere una fuga inmediata, irme de este lado del mundo, escapar hacia mis propios sueños, que solo puedo tocar con la ilusión de saber que aun están allí.
Eyectarme de todo, perfilarme una vez mas, posicionar mi cosmos ficticio.
Arribar sobre la inmediatez del vacío.
Es en aquel lugar, donde soy realmente yo.
En el que puedo palpar una idea, materializar los pensamientos. Interpretar mis imágenes abstractas. Darle algún sentido a la incoherencia.
Cargar la ira y convertirla en energía.
Es entonces, el lugar en que se apagan los colores y gritan sigilosos los sonidos.
Sé de mi motor ocular, que pocamente irradia en sus comandos adrenalínicos, el potencial imaginativo que conlleva. Intuyo que construye barreras que amplifican, mis divisiones cárneas, en afán de preservar su empresa.
Lejos de todo, estoy más templado, separado de mi mismo.
Mis fantasías son tan reales en este virtualismo crónico.
Que mi realidad tácita, sugiere una hipótesis en otro escenario.
Sumergido en mi todo, para no volver.
De donde habitan las profundidades de mis ojos.