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Mr. ?

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Füre, 27 de Febrero de 2014. Respuestas: 2 | Visitas: 632

  1. Füre

    Füre Poeta recién llegado

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    Mr. ?


    Me hablaba del talento, o cosas por el estilo. Era interesante y aburrido a intervalos.
    — El mundo no está preparado, ¿sabes? O quizá sea yo el que no está preparado para el mundo, o puede que esté más que preparado para otras cosas que el mundo ignora y que aún no está dispuesto a prestar atención. Tal vez, tal vez... oye, tal vez en el mecanismo del universo, suponiendo que exista algo semejante, se haya producido un error o... se haya escapado una tuerca, o quizá algún ente invisible e ininteligible para nuestro limitado conocimiento haya colocado mal un tornillo en la máquina que envía las almas al mundo. Las almas, ya sabes, aunque podríamos llamarlo de otra forma, ahora, entre tú y yo ¿de acuerdo? Vamos a llamarlo Genio, ¿qué te parece? En vez de alma, Genio—hablaba rápido y no se paraba a esperar respuesta cuando hacía preguntas.
    Era un tipo bastante raro aquel. Aunque no lo había visto nunca en mi vida, tenía la sensación de conocerlo desde hacía mucho tiempo, lo que era aún más raro que el propio sujeto. Yo estaba en la estación del tren, solo (hasta que llegó él, claro), sentado en uno de aquellos bancos tan incómodos de estaciones de trenes. La noche había caído hacía unas cuantas horas atrás, y la lluvia azotaba el suelo sin piedad, y olía a... a... olía como huelen las noches de invierno cuando llueve, seguro que os acordáis de alguna.
    — Sí, sí—continuó diciendo—. Genio. No me mires con esa cara. Todo esto, dando por hecho que el mecanismo ese que te he dicho realmente exista, claro. Lo que me llevaría a otra cuestión: ¿habrá sido a propósito que el ente-peón-del-universo haya colocado mal el tornillo, o haya desaflojado una tuerca en la máquina que dispondría mi Genio en este mundo? ¡Vaya ente-peón-del-universo más graciosillo! No sé si darle las gracias o fantasear con estrangularle, ¿tú qué harías? Ya, ya... no me lo digas, todo esto te importa un pimiento. Pero eso es porque tú no entiendes nada, ya te lo he dicho, tú eres como el resto.
    La lluvia era un gran aliciente para no moverme de la estación, de no ser por ella, habría dejado al curioso hombre hablando solo. Pero en todo caso, algo me decía que si yo me movía él se movería conmigo y no me dejaría en paz hasta que quedasen satisfechas sus ansias de compartir con alguien su fiebre verbal.
    — Podría no haber sido algo meditado— continuó—, el tornillo se le podría haber escapado a causa de que sus manos estuviesen sudadas y resbaladizas por culpa de su patrón, ya sabes, el universo. Metiéndole presión para que envíe todas las alm... los Genios posibles antes de la hora del almuerzo. Porque en las fábricas del universo también debe haber hora del almuerzo, ¿qué? No me mires con esa cara hombre. Si fue un error involuntario, como iba diciendo, entonces queda perdonado sin ningún rencor. La otra opción es que el mencionado mecanismo no exista y que mi Genio sea tan sórdido únicamente por causas del azar. Lo que es todavía más cruel que las opciones anteriores. Te preguntarás por qué, ¿no? Bueno, de todas maneras te diré por qué: la existencia del ente-peón-del-universo me proporcionaría un cabeza de turco a quien echar las culpas de mis desgracias, o agradecerle mis éxitos ¿comprendes? Cuando estuviese destrozado podría decir: ¡maldito seas ente-peón-del-universo! Y cuando las cosas me fuesen bien, en cambio, diría: ¡alabado seas ente-peón-del-universo! Incluso le compondría alguna canción, o quizá una oración. Pero, como te he dicho, si mi sordidez tan sólo se debe al azar... ¿a quién echo las culpas? Ya sabrás lo que suele suceder en estos casos, o quizá no. Cuando ningún ente-peón-del-universo es el causante de la desgracia o de la dicha, no hacemos más que fijar la mirada en nosotros mismos y culparnos o felicitarnos según sea el caso.
    — Y tú— dije yo, por fin— ¿por qué opción te decantas?
    — Por la de que estamos solos, amigo—pronunció el “estamos” con bastante énfasis—. El azar, la crueldad y la sordidez aplastan al lánguido ente-peón-del-universo con creces.
    Entonces, vi acercarse mi tren, iluminando con sus luces delanteras las infinitas gotas de lluvia aún cayendo con violencia.
    — Adiós, compañero— dijo el tipo.
    — Adiós— dije yo.
    Me levanté y entré en el tren. Antes de que se cerraran las puertas me giré, y en el banco tan incómodo de la estación del tren ya no había nadie.




     
    #1
    Última modificación: 28 de Febrero de 2014
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    He tenido el presentimiento de estar leyendo un soliloquio, puede que no en voz alta pero esa era la sensación desde el principio, será que los practico a menudo? jajaja.

    Me ha gustado la prosa. Felicidades!!

    Palmira
     
    #2
  3. tyngui

    tyngui Poeta que considera el portal su segunda casa

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    muy interesante tu descarga analítica, originando un dialogo de perplejidades sistematizadas por el silencio y los espacios.
    tyngui sanchez
    saludos
     
    #3

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