Naci Michay y defenderé mi tierra...

Hay cantaros, rosarios, y collares
Donde vive la nostalgia de los ancestrales
Entre flechas y lanzas que defendías la tierras
Que heredaste por constancias de tus antepasados
Hoy te toca vivir la osadía de la nobleza de tu porvenir

Los terrenatenientes han conquistado tu nacionalidad
Como duelos de tu honestidad, no sabiendo de Mapudungun
Y cercando tú historia con púas tu pensamiento
En la conquista de la nada por ambición del progreso
En campos de guerra que son hoy pastoreo de tu sobrevivencia…

Donde está el INAES, y el ESTADO, en defensa de tus derechos
Que entrega tierras ancestrales a invasores de otros países
El error se verá en la autopsia del tiempo, que dejan los gobernantes
Con el afán de seguir conviviendo en el presente de gobernar con el poder
Que dilata tu reclamo entre la vida de tus hijos que se vuelve viejos y se van…

Lucha pueblo mío, que la derrota llegará cuando se acabe nuestra raza
Mientras exista nuestra sangre, los arenales y el viento desbocado
El pehuenche vivirá en la serenata de la lucha con vidas cimbrar de lo recaudado
Entre arroyos el quimey, vivirán los piñoneros del pan madre
Y el pueblo renacerá entre las cenizas de la carga…

Lucha pueblo autóctono de tierras del pehuén
Como ruca de la crianza de tu savia
Y el vientre de tu ruta sabrá mostrarte
La defensa de la idelogía de la madera
Entre el rescoldo donde naciste…

 

En un lugar que no existe, se necesita la garantía de certeza jurídica, se necesita que el despojo deje de ser opción, y el gobierno debe ser garante de ello.

Antes de que yo naciera, la Reina Isabel La Católica, otorgó a la familia Paz un territorio, es todo menos paz la actualidad del territorio. Una de mis abuelas nació en ese territorio, a ella y una amiga se les ocurrió la brillante idea de escapar, de irse a la capital a pié. Por ese motivo, éste es mi teritorio, porque ella no quería volver, y no quería que nosotros pisásemos esos lares.
Siempre he sido rebelde, pero mi instinto me dice que tengo que acatar su voluntad, por salud mental. Y porque lo que era malo para ella, seguramente lo es para mí también.
Irónicamente, en su libro El Cristiano Errante, Antonio José de Irisarri, Romualdo en la obra, hace una breve reseña sobre el territorio.
Aparentemente los designios de su majestad Isabel son eternos, pero como decía, en el siglo XIX Romualdo, el nick de Irisarri en la obra, sabía que tenía que elegir esposa dentro de ese territorio y en México, La Antigua Guatemala y departamentos aledaños no eran opción.
Isabel aún es la ley ahí. No, pero si...
Mis dos abuelos eran de la meseta central, y yo soy de la meseta central, cuando aquí llueve, allá no y viceversa. Pero a pesar de ello, todavía te amo Antonio Villapedrosa, Irisarri, en el segunda parte de El Cristiano Errante...