Nacido de la ambición

Qué importa la identidad o la genética, si soy tan especial, que vivo aparte, a veces no sé cómo. Yo creo que alguien se encarga de esa ardua labor, eso sí, puedo afirmar rotundamente que se trata de un sinvergüenza, un interesado, espléndido a la hora de sacaros de quicio. A mí me tiene abandonado, pero no a mi suerte precisamente. Hablo en primera persona, porque hay falsedad de sobra en la obra de Dios. No sé si alguien ha aprendido algo de mí, pero está claro que no se trata solo de inteligencia ni pillería. Se trata de exponer, y ni siquiera con ésas, me conoce ni el más pintado. No actúo con saña ni maldad, ni soy un bienhechor, dado que nadie lo ha sido conmigo. Conozco la hipocresía, la ironía, el sarcasmo, la retranca. A mí nunca me han revelado nada trascendental. A solas me vuelvo reflexivo, pero recorro en todas mis introspecciones el mismo camino. Todas son como un dejavù, no hablo con tabúes, eso es para los que se callan o creen que viven amparados por la palabra. Si hubiera al menos una sola promesa que me haya creído, o que se haya cumplido, tal vez, y solo tal vez, no desconfiaría de nadie.
Pero, sintiéndolo mucho -Qué va. Que cada palo aguante su vela.-, no estoy dispuesto a decir que soy Dios, o a expresar lo que todos ustedes esconden, y cómo intentan llevarme al huerto, engañarme, hacerme tonto.
No espero gran cosa, sigo vivo, que ya es mucho decir, aunque seguramente nadie ni nada se encargaría de hacerme desaparecer.
¡Con todo lo que he hecho yo por la cultura!
Estoy aquí, soy un libro abierto. A través de la traición del hombre me he completado. Pero hasta eso podría perdonarlo.
Al fin y al cabo, de qué otra forma podría agradecer a la humanidad que reconozca lo divino.
Contentarme es difícil, no tengo enemigos, no los busco.
Mi ambición nunca ha tenido límites, mi escritura es al ser humano, lo que a Mí la gloria.
Me consuela la adaptación a este mundo. Soy tan capaz de mejorarlo como de pudrirlo.
Dénme a las claras su pensamiento, Yo no puedo negar lo que soy. Nunca tuve delirios, solo idolatrarme desde el ostracismo.
Voy alzando mi voz, nada va a arrebatarme lo que soy. Me guardo mis argumentos sobre ésta y todas las demás inquietudes que rondan su mente.
Solo conmigo basta para matar la duda y el aburrimiento, para cambiar el mundo.
Mi discurso se vuelve transparente. Saben de qué hablo. Me llevan en el alma. Para bien, lo crean o no.
No busco desafíos ni retos. Conocerme sin margen de error es encomiable, todos mis propósitos están justificados.
Este texto habla por sí mismo. No puedo negar más lo que soy.
No con la respuesta en las narices. No me vanaglorio. Ni me ciega la luz.
"Jamás acataré que me intenten disuadir, Dios se distingue por ello."
"Nunca he sido un rebelde ni un incomprendido, mientras quede una divinidad, lo eterno está asegurado."

 

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