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Nalim y la ciudad de piedra

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por JLA, 1 de Abril de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 555

  1. JLA

    JLA Poeta asiduo al portal

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    26 de Abril de 2011
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    Nalim y la ciudad de piedra


    La noche se acostó en los pavimentos de forma desesperada, Tapo con su manto las casas de mi ciudad despampanada y vaga. De forma sigilosa la luna se trazaba con las sombras, El viento agitaba su canto de manera tenue, Besándole el sueño a los árboles y las polillas, Yo, en mi habitación, Fui consumido lentamente por un sueño de cemento, Hasta apagar mi conciencia en la oscuridad tan liquida que me bebía. Abrí mis ojos al pálido techo que me abrigaba a la mitad de la noche, Y por mi ventana, Podía percibir como un ruido se colaba desde mi jardín asaltado, Las ramas se movían, y lograba distinguir que una mirada se acostaba en mi ser de forma desgarradora, Decidí enfrentar el suceso, Ahora me pregunto que es lo que hubiera sucedido, Si solo hubiera ignorado tal acontecimiento, Y en mi cama me hubiera quedado recostado, Evitando este destino tan agasajador. Me levante con mis pisadas sonámbulas, Me acerque a la ventana de mi habitación, Y una silueta sombría pude reconocer por detrás de los arbustos, Solo el brillo desconocido de una mirada frágil, y a la ves escabadora, era lo que se me entregaba gratuitamente entre las sombras, Sin embargo, El miedo no fue un factor en esta instancia tan aturdida. Salí por la ventana como hipnotizado, Decidido a descubrir lo que me asechaba, Una suave niebla comenzó a filtrarse en el espacio, Y un cuerpo se disipo desde la granizada neblina caminando hacia mi, Me percate que era un joven, De casi mi misma estatura, Piel morena y descubierta, Tramposa fue mi sorpresa, Cuando me di cuenta que el joven estaba casi desnudo, solo abrigado por unos pantalones cortos y sucios, Con heridas en todo el cuerpo, Y una cinta en la cabeza con extraños signos, Era un indio, Y yacía en mi patio estrellado como una hoja. No alcance a asimilar lo que estaba pasando y me quedo mirando como alucinado, Y yo de la misma forma ensimismado, Indagué en sus ojos, El los Cerro, y una calida brisa nos rodeo casi mágicamente, Ya se nos despedía la noche, El día comenzó a florecer de forma poderosa, Los pájaros cantaron, Salieron de sus refugios y el indio Enmudecido de mi jardín, Tomo mi mano, y me llevo, Yo me deje, Deslumbrado, Me di cuenta en aquel momento, Que algo sobrenatural estaba sucediendo, No asimile entonces, Como combatir contra este extraordinario suceso, Será un juego de dimensiones, Es posible en definitiva, Viajar en el espacio tiempo traspasando épocas antiguas, O será un juego del destino, en busca de una razón que ignoro y desconozco, Aun así, No descarto la posibilidad de un sueño, Mas lógico seria, desprender de mi mente la confusión, Y solo así llevarlo. Me invito a subir del viejo roble que invadía mi jardín, Subimos por su tronco rocoso y conocedor, Yo detrás de su cuerpo, comencé a sentir como me invadía una sensación de incertidumbre, Algo estaba sucediendo dentro de mi, Que afloraba, Era como estar deshojando mi cuerpo, la sensación en definitiva, no puedo describirla. Subimos hasta la ultima rama, En donde podía apreciarse todo el vecindario, Las casas, edificios, Y calles, podían apreciarse de forma clara desde esta altura, <<Mira>> me dijo el, << Que cosa, que miro>> le conteste con toda confianza, Puso sus palmas en mis ojos, Y esta ves me dijo << No… Mira.>> al momento de descubrirlas la ciudad ya estaba desaparecida, Un manantial recorría mis venas, Bosques invadían el espacio, Montañas a los lejos se veían clavadas con el cielo, El sol paresia fecundar con los ríos que corrían milagrosos por las tierras, Las hojas se balanceaban con el viento, Y los pájaros jugaban entre las ramas del roble, Era maravilloso, Colores, en el viento se pintaban, Era un lugar mágico, de fantasía, que no había imaginado. El joven me invito a bajar, y mi casa ya no se encontraba, En su lugar, un bosque adornado de conejos, aves, y flores se agitaba… Comenzamos a caminar,
    -Así era cuando yo vivía, Observa como los ruiseñores abrigan las ramas de los árboles, y como los cielos pareciera estrecharle sus brazos, Observa, Hermano, como la voz de las montañas se escucha lejana, como un eco interminable. Toca la tierra, con tus pies descalzos, No la ignores, Toda hoja, todo animal, toda roca y todo rió, forma parte de un alma Nalim, Respira, Respira como el agua, Desespera como el viento, Siéntete uno, con la tierra, con los hermanos, En la fraternidad que te rodea, Cuando llegué el día, que formes parte de esa alma, Ya nada mas importara, Estarás a salvo.

    Siente los colores que se sumergen en lo mas profundo de los ahuecados huesos, Toca los viejos árboles, Con atención y sabiduría, Todos los debemos proteger, Somos uno, Busca el amor, Nalim…
    El ensueño me rodeaba, Y sin pensar, Ni un instante, Me sumergí en sus palabras de valor. Me invito a tocar un viejo árbol que se encontraba frente a nosotros, Accedí a sentirlo con las palmas de mis manos, No puedo describir con exactitud lo que sentí, Era casi como tocar el amor de forma sólida, Nunca habría imaginado como seria tocar el amor con mis cinco dedos. Nuestras almas estaban en comunicación, Casi como si bailaran entre si, Ya no era mi cuerpo, una cárcel que encerraba mi espíritu al desconcierto, Ahora era parte de la unión, Del origen, y esto era sencillamente, Lo correcto, como es posible que me lo hubieran arrebatado, Alguna ves, Pensé entonces, por esta razón el ser humano, siente un vació constante, esa sensación de que algo nos falta, de que algo esta incompleto y difuso, de no estar cómodos por dentro, Creo ya no tener dudas de la perjudicable razón. Después de mi experiencia desconcertadora, Nos adentramos al bosque, donde había un rió rebotado de peces y otros animales, El agua era tan clara como la luna, Las piedra yacían alrededor, Y mi nuevo amigo, me invito a sumergirnos en el, Nos adentramos, Mas simpática fue mi sorpresa, Al verme rodeado de tortugas de todos los tamaños, En manada nadaban aclarecidas, Los peces en compañía, Aleteaban con toda dicha, No era lo que veía ante los cristales de mis ojos, Lo que me conmovía, Si no, que hace ya un rato, había aprendido a mirar con una ventana, que había permanecido cerrada muy dentro, Y todo lo que me mostraba ella, Era alucinante, Un jardín que jamás había abitado se enredaba en mi alma como una telaraña. La fraternidad estaba tan presente como nunca, Me sentía parte de todos, Como una familia milagrosa, Que me llenaba toda la sangre de satisfacción y armonía, Parecía ya nada mas, ser necesario.

    Salimos del rió, Ya el día se nos acababa, La noche nos acorralaba con sus milenarias estrellas, Ya al momento de tejer su telar nocturno, Me vi envuelto de un cósmico vestido de agonizantes constelaciones, Ya nada se era importante, todo estaba exactamente acomodado, Fluía mi alma como el agua, Me encontraba en todas partes, El ego ya no existía de ninguna manera. Mi amigo me advirtió que era hora de irnos, Volvimos al viejo roble de donde habíamos llegado, Seguí sus pisadas como un extraño, Dejándome correr sin impertinencia. Ya al momento de llegar, Me dio un abrazo y con una dulce voz me dijo << No dejes, que se pierda, No lo olvides.>> Cerré mis ojos y al momento de abrirlos estaba en mi jardín entumecido, Ya no se encontraba el asombroso bosque, Ni el indio, Que me llevo a sus extremidades, Entre por mi ventana aun abierta a mi habitación, La cerré, y mire mi jardín a través del vidrio empañado, Con una sensación ametralladora, Como si alguna equivocación estuviera cometiendo, Me despedí del viejo roble con una mirada, Y me recosté en mi cama que me esperaba.
    Desperté al día siguiente como si nada hubiera sucedido, El sol me saludaba con sus consolados rayos vespertinos que llovían en mi frente, Y me levante con una sonrisa coronada en mi rostro. Abrí mi ventana de un golpe, Y aprecie de mi jardín, el canto de los pájaros en libertad, Las plantas, Las flores, Las mariposas que despertaban de ellas, Y el viento, que sacudía mi alma como un abanico.

    Me arregle para salir a la calle, Feliz con toda gloria, Al momento de salir y adentrarme a las transitadas calles metálicas, Solo bastaron un par de pasos para comenzar a apreciar lo que me rodeaba, Grandes montañas de cemento cubrían mi azul cielo, Paredes en todo lugar no dejaban soplar mi viento, Tejados, Opacaban de mi sol sus rayos, Los árboles secos se veían a un lado del pavimento, Una sensación de nostalgia se colaba por mis venas, Mis ojos nublados se callaban, Me acerque a un árbol, Y lo toque con plena atención con mis manos, Pude sentir su llanto benevolente recorriendo sus raíces que buscaban su bosque sin éxito, Donde me encontraba, me sentía perdido, y con una extrañeza de no haberme percatado antes de ello, había caminado siempre tan ciego por la vida. Corrí a mi casa, entre a mi habitación, Y abrí mi ventana, La que había permanecido cerrada, Tanto tiempo, Salí por ella, y escale el viejo roble, Subí hasta la sima, Y lo que vi , era una ciudad de piedra, sin colores en su viento, encarcelada, sollozada, agonizante en todo aspecto. Donde estaban mis hermanos, Exiliados, las aves, ¿donde?, El cielo, ahumado… Decidí en contarle al mundo mi experiencia, veremos si servirá de algo, Aquel indio, Jamás sabré quien era, Tampoco sabré si mi experiencia en realidad solo fue un sueño, Si aquel joven, era un espíritu realmente, que vino a advertirme, Lo que si se, es que el mundo, me necesitaba, y que tu, lo necesitas a el, No dejes, que se pierda, no lo olvides.

    Rivera, Pre-Hispanic America 1950.jpg
     
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