Nátali

Debo decirte, cuñado,
La verdad de este cuento.
Cuando llegó la segunda,
Yo estaba muerto de miedo.

Pensaba muy dentro mío
Que lugar ya no tendría
Para amar a otra hija
La cual estaba viniendo.

Cuando la vi acurrucada
En su cunita, durmiendo,
¡Tan parecida a su hermana!
¡Callóme un rallo del cielo!

Algo puro me golpeó…
Aquí… muy dentro del pecho.
Quise tomarla en mis brazos
¡Y decirle que la quiero!

Fue creciendo aquella niña
Llena de risas y cuentos.
Conforme crecía ella,
Crecía mi amor con ello.

Cuando me pongo a mirarla
La miro con desconcierto,
Es que ella es diferente
Hasta en lo oscuro del pelo.

En su hablar ella es distinta
Distinguida en su belleza,
Y tiene un rostro tranquilo
Cuando se encuentra serena.

Es una niña callada
Que con sus muñecas juega.
Juega que tiene una hija,
Que a veces lleva a la escuela.

A mi madre la ha comprado
Con su belleza y silencio.
Callada la va ganando
Sacándole su dinero.

Llega la noche y mi niña,
Me pide le lea un cuento,
Me despido con un beso
“Te amo”, le digo luego.

Apago la luz y pienso:
¡Otro regalo del cielo!
Sin duda Dios me la dio.
¡Eso es un gran privilegio!

Pienso que el día vendrá,
Cuando al fin valla creciendo,
Que en las noches no dirá:
“Papá vení, dame un beso”

La vida es un circuito
Que uno va recorriendo.
Hay cosas que se repiten,
Los años te muestran eso.

Algún día, lo sé,
Si Dios me da el privilegio,
Ella a mí me arropará,
Cuando me valla durmiendo.​