Nigromancia

Cuando un arrogante sacerdote de hierático semblante exhumó,en perlada noche de estrellas blasfemas sin luna,el cadáver mugriento de una joven cortesana que en vida había tenido el vil concubinato con el demonio,apreció las apestosas larvas que reptaban por los orificios oculares de un rostro que no era más que una amarillenta calavera.Nuestro cura de servicial amor a las tinieblas,tanteó con sus macilentas manos heréticas lo que quedaba del rastrojo infame de una belleza que se había transmutado en ogro mortuorio de nefasta miasma espectral.La sacó sin dificultades de la tierra húmeda y,desnudándose,hizo el aberrante onanismo ancestral ante semejante conglomerado de huesos putrefactos.Cuando el sagrado esperma salpicó la mandíbula del achacoso esqueleto,éste cobró vida y,regenerándose en cuerpo fresco de noble diablesa llameante se levantó atroz y solemne para arrancarle de un feroz mordisco el noble pene del ahora desdichado hijo de Dios,quien,con un severo alarido cayó postrado de dolor en la fosa de su nefasta belleza femenina;ahora vociferando como una infernal posesa,mientras la luna ya se encaramaba en un poniente de satánica orfandad.