No me llames con don

No me llames con don

Que si siempre estás ensuciando, que si no limpias, que marcas los dedos... ¡Coño! ¿Dónde? Entre las piernas comiendo... El colegio de los niños, la fecha de caducidad, la reunión de los imbéciles...¡Hostia!, se me olvidó. Ha llamado el psicólogo, ese cabrón que cobra.
Oye, mira, déjalo estar; mañana lo verás todo de otra forma.
Sí, de otra forma; lo importante es verlo, porque de follar ni hablamos. Qué, ya te vas a ver al gorila? Pídeme cita, que mañana, como lo veré todo distinto, igual es una mona.
Qué poco conocimiento tienes. Es por tu bien y por el mío. Ya verás cuando me reúna con el doctor.
Capaz serás. Todo irá bien y volverás a recobrar la salud, ¿no? Sí cariño, si tú eres feliz lo seré yo también; ¡pero por lo menos deja que mire!
De acuerdo.
Entonces, ¿miramos?
Lo veremos en la reunión.
Hola doctor, le presento a mi marido.
Hola doctor, creí que... No me había dicho mi mujer que es usted un bellezón, aunque sí que lo vería distinto.
¿Viene usted a mirar?
Eh, ¿cómo lo sabe?
Soy una profesioanal.
Pero, profesioanal..., profesioanal.
¿Ve usted este aparato? Pues soy capaz de metérselo hasta el fondo.
Capaz serás. Todo irá bien y volverás a recobrar la salud, ¿no?
Sí cariño. Pero puestos a darle la vuelta al asunto... Que te lo meta a ti, que yo se lo meteré al doctor. Todos en línea y la salud por las nubes.
Oiga, ¿y los niños?
Tutéame, no me llames con don.