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No mires para atrás

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Rochi Goyeneche, 28 de Noviembre de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 355

  1. Rochi Goyeneche

    Rochi Goyeneche Poeta recién llegado

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    Mujer
    Apenas podía flexionar las rodillas para caminar

    No estaba segura si era producto del frió o por los 5 vasos de cerveza que hace 5 minutos había tomado.

    Cada paso era un estacazo punzante en las piernas que entumecía cada centímetro de mis pies

    Sin embargo, su presencia me tranquilizaba...

    Sabía exactamente a quien tenía al lado y nada podía pasarme.

    O eso pensaba…

    Antes de dar otro doloroso paso, su voz sonó a la mitad del camino con un tono y un desliz que nunca olvidaría: “ei gorda…no mires para atrás”

    No era una de esas frases normales invocadas en momentos de incomodades. Tampoco era un comentario implícitamente divertido. Pude ver más que eso.

    Claramente era una advertencia, estaba oculta en un tranquilo tono de voz y sin embargo no dejaba de ser una transparente y escalofriante advertencia.

    Esboce una falsa sonrisa y dije entre dientes: “¡Tomas no me asustes!”.-Tratando de negar el erizo en la piel de mi brazo frotándolo con el buzo atreves de la manga.

    -Gorda…-Repitió.-no mires para atrás…

    Comencé a alertarme. Sentía una mezcla de sensaciones inexplicables en ese preciso momento. Siempre había sido una chica muy perceptiva pero eso era distinto. No era percibirlo, ni tampoco era un presentimiento. Lo estaba sintiendo, en ese preciso momento, que algo malo estaba a no más de dos pies de distancia a nuestras espaldas.

    Me limite a seguir caminando, cada uno en silencio, mirando hacia adelante. Era eterno…

    Quería gritar, llorar, reírme, balbucear, pero sobre todas las cosas, quería mirar para atrás…

    Tenía tantas ganas de hacerlo, era un sentimiento inexplicable.

    Era más claro que el agua que la intriga que me invadía, lo penetraba a él también en cada poro de su cuerpo.

    El tiempo pasaba y esas cuadras que faltaban para llegar a mi casa por alguna razón estaban inmóviles en mi cabeza.

    El silencio y el miedo socavo tan profundamente que me metí por completo dentro de mi propia cabeza.

    Mis sentidos estaban en su máximo esplendor. Concentre mi mirada en los postes de luz.

    El sonido de la electricidad se unifico en uno.

    Trate de prestar atención a mi alrededor, no estábamos solos…

    De un segundo para otro comencé a escuchar un tercer caminar, dos pies, pisadas simultaneas a las nuestras. Una tercera persona estaba claramente a medio metro de distancia de nuestras nucas.

    Me sentía petrificada y seguí caminando.

    El único instante de valor que tome, lo use en girar la cabeza con el frío viento pegándome en los cachetes y lo mire, note su cara de curiosidad.

    El viento, la noche, esa sensación de miedo e intriga…no pude aguantarme, nunca me había sentido tan vulnerable, tan humana...

    No resistí y gire la cabeza bruscamente.

    Antes de que posicionara mis ojos en lo inexplicable, Tomas me agarro de la cara y me la volvió a girar con tanta impulsividad y nerviosismo que empecé a sentir nauseas, realmente no sabía que estaba pasando.

    -Seguí caminando.- Me dijo con un tono irritado.-Te dije que no miraras atrás.

    La situación aumentaba su morbosidad a medida que efectuábamos un paso tras otro.

    A lo lejos podía ver la plaza, donde había un bebe en su cochecito con su madre. ¿Qué harían allí a esas horas de la noche?

    Trate de enfocar mi atención en ellos y me alerte que a medida que nos acercábamos, él bebe comenzaba a llorar desconsolada y progresivamente.

    El hueco que se me hizo en el pecho no fue por el llanto desconsolado del bebe, sino porque la madre, totalmente inmutada por este, comenzó a balbucear a medida que un leve hilo de sangre brotaba de sus fosas nasales.

    -¡Tomi! ¿Qué está pasando? No entiendo nada.-Le dije finalmente pegando alaridos y con los ojos vidriosos del miedo.

    No me contesto…

    Quería correr hacia él bebe y a su madre, pero Tomas me agarro fuertemente del brazo y siguió caminando hasta pasarlos. Ya no había vuelta atrás, los habíamos pasado, y no podía ni volver ni mirar hacia nuestras espaldas. El riesgo era inminente.

    Secuencia seguida, mi atención se enfocó en los postes de luz nuevamente, que a medida que caminábamos, estallaban tras fuertes cortocircuitos emitiendo los ruidos eléctricos más tétricos que jamás hubiera escuchado.

    Las chispas me caían en los hombros quemándome. Yo lloraba y pedía ayuda entrecortadamente. Tomas seguía agarrándome del brazo. Claramente quería llegar.

    Mi respiración comenzó a acelerarse. Las casas a nuestro alrededor permanecían con las luces apagadas y todas las cortinas absolutamente cerradas. Mientras tanto seguía escuchando el llanto del bebe.

    Justo antes de llegar a la anteúltima cuadra, como clara señal de nuestra reciente desgracia, el suelo comenzó a agrietarse justo debajo de nuestras narices a medida que caminábamos. En ese momento pase de lagrimear, a llorar desconsoladamente.

    -Gorda…no mires para abajo.-Me dice Tomas, con un tono serio y temeroso pero al mismo tiempo convincente y protector.

    Me limite a no decir nada y a seguir sus órdenes. Quería llegar, abrir la puerta, acostarme en mi cama y levantarme al día siguiente convencida de que todo esto había sido solo producto de mis usuales terrores nocturnos.

    Cada cuadra pasaba algo y estábamos por llegar a la última que nos faltaba.

    Cerré los ojos y cruce corriendo la calle con taquicardia y escuchando solo el ruido de mi propia agitada respiración.

    Cuando los abrí al llegar a la vereda de enfrente. Note que nadie me estaba agarrando del brazo…miro de reojo, Tomas no estaba.

    ¿Había desaparecido? ¿Se cayó mientras corría? ¿Por qué no escuche el golpe? ¿algún agujero en el piso?

    Me agarre la cabeza y me agache en el piso con los ojos cerrados gritando y llorando histérica y desesperadamente porque sabía claramente, que no podía ir a buscarlo. No podía mirar para atrás…

    Después de 5 segundos, me pare temblorosa y abrí mis aguados e hinchados ojos. El cielo estaba completamente naranja. Ni rojizo y negro y azul. Era el naranja más puro que alguna vez halla deslumbrado.

    Mi presión disminuyo, y los mareos se hicieron presentes.

    Quería correr pero si lo hacía, caería redonda al piso.

    Avance, temblando y transpirando. Sentía una presencia siguiéndome justo donde mis talones terminaban.

    De los pies a mi espalda, sentía calor. Como si alguien encendiera una fogata o lanzara brazas a mis espaldas.

    Milagrosamente llegue hasta el final de la cuadra.

    Ahora tenía que cruzar la calle. JA, la calle.

    El asfalto, estaba completamente espejado, como si fuera transparente. Notaba que una infinidad de sombras lo atravesaban. No eran autos, no eran personas. No había nadie allí. Sin embargo, lo atravesaban sin cesar con una naturalidad casi putrefacta.

    Al pisarlo, lo sentí cálido. Ya no era una noche fría. El ambiente se había convertido en el mismísimo infierno.

    Mire la casa de mi vecina. A su picaporte le chorreaban gotas de acero debido a que estaba completamente derretido.

    Casi sin poder dar un paso más por los mareos, el calor y la angustia, abrí mi bolso y saque las llaves.

    Tarde aproximadamente 3 minutos en abrir la puerta. No podía encajarlas. Mis manos permanecían sumamente temblorosas

    aenas entre a mi casa, subí corriendo las escaleras, llorando en silencio. No quería hablar con nadie, no despertaría a mi familia. Quería dormirme y despertar de esta pesadilla.

    Dormí 14 horas. Me levante transpirada y con la cara salada de tanto llorar.

    No me anime a mirar por mi ventana pero al ver que mi madre estaba baldeando en la calle, me asome…

    Nada; el cielo estaba normal, el piso no estaba quebrado, el picaporte de mi vecina estaba en perfecto estado.

    Comencé a reír inocentemente. Claramente fue un sueño.

    Acto seguido, saco mi celular y llamo a Tomas para contarle todo acerca de mi pesadilla.

    Nunca pude hacerlo…nunca me contesto. Desde ese día, no volví a verlo nunca más.

    Puede ser que este loca, pero después de años de terapia y reflexionarlo, estoy segura que esa misma noche, el diablo decidió dar un paseo por Victoria.
     
    #1
  2. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Tema movido de foro porque excede las 150 palabras o las diez líneas.
     
    #2

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