Nocturna

"Nocturna"

Es la hora de tus ojos, de tu piel de noche y de amor y lágrimas de noche, donde las ansias tejen nuestro andar, el próximo entresueño, nuestra escena canela de interminable piel.

Y es el hambre de ti, es tu placer arrojado a húmedos alientos que nos han de atestiguar; muriendo en el abrazo que antecede a tus labios y hasta el apenas vivo aliento de tu piel rendida; extasiada, construida, perfumada; con su dulce sal que emana a mi encuentro, a mis recuerdos de tu savia hiel, mientras tus ojos devoran el sabor a espera.


Recuerdo tu noche, tus ojos fríos mordiendo mi cuerpo, tus muslos envueltos en mi piel, en esa tersa y lenta agonía de su ansiado final; y es tu pelo el que precede lentamente, asfixiándome hasta abrirte, hasta ahogarme en tus ojos muerte que te abandonan y yo me prendo a tu delirio, dejo en tus hombros cada palabra que no te dije, y mi húmedo gusto se desploma a tus perfectos huesos, a la ruta eterna de tus caderas frontera, que aguardan la oscuridad secreta de nuestras voces y el redentor desvelo de nuestros labios.


Recuerdo una puerta, una sonrisa, una canción sin sentido, unos brazos pesados y aromáticos devorando mi sueño, pegados con implacable ansia a mi cuello, clavé mi cuerpo en tu paciencia, me rendí al pozo mudo de tu ser, voces lentas que descienden a tu encuentro, al vaivén de tus piernas ahogantes, ensordecedoras, recelosas de mi mano que mata y muerde.

Nos fundimos al grito perfecto de mis dedos, cuando mi rostro de ti muere en tu mitad, en tu medio amor.

Recuerdo el final de tu mirada, tu noche muerta, descarnada mi espalda al temblor de tu cuerpo, tus uñas ciegas a mi final, a nuestra muerte particular, muerte redentora, muerte decorosa, muerte avispa que silencia nuestro lenguaje, mientras el tinto ambiente nos difumina en risas y llanto, aún sin olvido, aún sin voz, aún sin cuerpo.

Eduardo Gaytán
Invierno, 2016