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Nocturnos y navegaciones.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por susoermida, 8 de Agosto de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 448

  1. susoermida

    susoermida Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    14 de Febrero de 2011
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    [FONT=&quot]El reloj da las siete de la tarde y la casa empieza a oprimirme un poco. Llevo cerca de nueve horas de silencio total. No he puesto música en el equipo ni tampoco ningún sonido foráneo me altera. Solamente me dejo llevar por la cadencia de soledad que la circunstancia me regala. Navego por el mutismo del tiempo que respira melancólicas notas sin ruido. Me regala la percepción de las cosas desde el silencio que se repite transitando. La perra pasa por mi lado como una hembra sedienta de manos. Me molesta su insistencia y al final le chillo -no se lo qué- pero se va.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Cumplo con las sacudidas aparentes y me afeito. Dejo pasar el acero de la cuchilla sobre mi rostro en una faena agrícola que ya conozco. Empapo la necesidad con la apariencia y el deseo de parecer una cenicienta que un día deja su prisión y vuela. Pobre costura que no remienda nada. Uña desamparada que ni el dedo conoce.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]En el pueblo voy al bar de “Pepe o da Rosa” y cumplo con el mandato de la luciérnaga que necesita la noche para sentirse. Es un bar antiguo, donde quien no lo conozca no entra. Todo es pasado. Es pasado como lo secretos que ya no lo son. Sus paredes son altas como caballos levantados, como huesos descarnados pero todo destila un pasado autentico. Rosa es mayor. Rosa tiene la vista cansada y la muerte haciendo hogueras para calentarla. Sus pies son restos. Sus tobillos son dejadez de la hinchazón, resumen de otros pasos y de otros tiempos. Me recibe con ojos de madre y mirada de caballo arrodillado. Me escucha con ojos de campana que celebra una fiesta. Su tañer de cariño y afecto lo escucho y me dejo ir en el momento como un alma caída en un océano de caricias. Rosa tiene el alma llena de harina y sus manos esconden panes y calores de hornos. Tiene el ardiente calor de la hogaza y la leña metida en cada poro de su piel. Rosa tiene a veces la mirada perdida en busca de añoranzas que ya no volverán pero para ella son consuelo. Fue panadera, moldeadora del hambre y princesa del Pan de Cea. Recurso último de días que acababan con una pieza y un chorizo de los de siempre encima de una mesa llena de futuros imprevistos.[FONT=&quot]
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Su marido es Pepe, viejo transitador de caminos. Taxista de los de antes. Sincero en la mirada y determinante en el gesto. Entran sus pies en los zapatos de cualquier vida pasada. Disfruto sus conversaciones como si fueran diálogos de una oficina amable. Regalos a mis oídos que están llenos de mañanas heridas. Converso y conversa, conversa y converso y así como medidas de una alcoba feliz yo recojo sus experiencias. No hay materiales de desamparo, el simplemente me entiende y yo le comprendo y se añade la viceversa.[FONT=&quot]
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    [FONT=&quot]Entre una y otra me tomo dos vinos de Ribeiro como balas de fresco liquido, como dos tiros inmediatos al centro del sentir. Dejo bajar el fluido, baqueano, como el sol de un verano extenso madurando manzanas y esperanzas. Hierbas y árboles torcidos; haciendo de la nada alimentos como un grito. Insiste y yo cedo. Sirve y yo me bebo un tercer vino. No puedo sustraerme a la magia, a la cebolla que no me hace llorar. Es un calor en medio de este invierno insistente. Esta maternidad de vida que siempre rechaza.[FONT=&quot]
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    [FONT=&quot]Me despido y paseo las cortas calles de este pueblo que tiene caminos como pieles. Hoy no son normales y la acústica musical rompe el silencio de siempre. Altera la divinidad de lo tranquilo. Como si sobre la tierra cayeran lluvias de espanto y ruido Como si las orejas fueran embudos interminables recibiendo dolores cortantes y palabras como vidrios rotos. Es fiesta. Celebran la Virgen de la Saleta. [FONT=&quot]
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    [FONT=&quot]Veo a la gente pasar. Transitan en medio de amapolas oscuras y espantos de alcohol. También veo pasar parejas. Inundados individuos llenos de semen material. También veo pasar parejas con la sustancia del querer amontonándose; con el corazón reunido y exento de azufre[FONT=&quot] [FONT=&quot]y entonces se me enlutan los ojos. El alma se cubre de un mareo y la atmósfera se muere en los labios. Los vidrios de mis ojos se empañan y terribles coronas me hacen rey de un dolor y príncipe de un olvido. Me sacude el alba y me voy a casa. Subo las escaleras interiores y llego al páramo de la luz sombría de mi habitación y allí me acuesto esperando que el nupcial día llegue de nuevo.[FONT=&quot]
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