Nos quedamos sin semilla...

NOS QUEDAMOS SIN SEMILLA

PARA SEMBRAR EL PETRÓLEO

Por José Luis Mendoza

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El pasado 14 de julio se cumplieron 79 años de la frase Sembrar el Petróleo que más que un título para un artículo periodístico es aún, y lo será por siempre, una oración que nadie escuchó, ni escucha y no escuchará en el futuro, porque esa semilla ya no existe como mercancía que produzca recursos para emprender

ningún tipo de desarrollo.

Iniciaba sus actividades como presidente de Venezuela el General Eleazar López Contreras cuando un joven llamado Arturo Uslar Pietri escribió un artículo con ese título en el diario Ahora, estimulado en el pensamiento de Alberto Adriani quien para esa fecha era ministro del gabinete ejecutivo y pensando quizá que éste acogería estas opiniones, pero Adriani murió en agosto de ese mismo año.

Desde entonces sembrar el petróleo ha sido una que otra vez tema de tertulias entre intelectuales pero nadie hizo nada en serio para hacerlo realidad tal como era el pensamiento uslarista. A lo peor fue la juventud del autor de la idea, quién para entonces tenía 30 años de edad, lo que le puso un velo para no ser tomado en serio.

Hay que admitir que se hicieron serios y buenos intentos para el desarrollo del país, especialmente en los 40 años de democracia y también en los 8 años de Pérez Jiménez, pero la principal idea del desarrollo era tecnificar el campo y no se hizo. El éxito de todo desarrollo y el principio de la felicidad está en la agricultura y su agroindustria y desde ahí nace la riqueza para la expansión de los demás rubros de la economía. El petróleo ha sido un gran promotor que no se supo utilizar para el bien y se convirtió en una gran autopista asfaltada para el robo y la corrupción de los malos gobernantes.

Uslar se fue en 2001, a los 95 años, y nunca abandonó su pensamiento de Sembrar el Petróleo y para 1967 sostenía la necesidad de una Universidad de Primera -que estuvimos a punto lograr- para poder ser un país de primera. En un lustro trabajando con él y muchas veces tertuliando nos pudimos convencer de su honradez, de la solidez de su pensamiento y del gran ser humano que tuvimos la oportunidad de conocer.