Nueve segundos.

Una semana en el trabajo, mi labor es simple, no olvidar nada de ti.
Tres días de descanso, cada uno para recordarte en las distintas maneras que te conocí.
El primer día te pedí la hora, sonreíste, note tu lunar en tu muñeca, tu mi reloj cubierto entre mi ropa.
El siguiente día furiosa te recuerdo, salvaje y habladora por primera vez te vi. No dije nada, no me lo permitiste. Fruncías tu boca, tu nariz se arrugaba, me perdí en el húmedo claro de tus ojos; debí decirte que te quiero.
Mi tercer día contigo, triste y desolada estabas. No tenía un pañuelo, no sabía que decir, y ni idea de cómo averiguar que sucedía en ti. Me arrodille frente tuyo, te mire y te acompañe hasta que la última lágrima se logró fugar.
Once segundos me tomo decir te necesito, solo nueve bastaron para que aceptaras la primer cita de tres días de lo que me enamore de ti.

 

profunda melancolía la que hoy nos comparte, saludos cordiales