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Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Último Poeta Maldito, 8 de Marzo de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 338

  1. Último Poeta Maldito

    Último Poeta Maldito Poeta asiduo al portal

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    4 de Julio de 2013
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    Hombre
    Entre cánticos áureos de los buches melodiosos de aves parleras: entre frondosos árboles de ramajes colgantes y el sahumar de las flores lozanas; caminaba un lírico poeta, por las sendas verdosas del bosque, apasionado, bizarro, ilustre, cargando en su cinto un bolsillo blanco de sutil seda y en él un pergamino dorado, una pluma ígnea de fénix y una tinta azul.

    Erraba en busca de inspiración bullente e infinita, que solo la bella natura da, la madre de toda hermosura. Mientras vagaba con sus ansias de poeta, como niño goloso pero de rimas, admiraba la hermosa vista desde una cima: a los extensos ríos brillantes y acuosos,donde viven los sigilosos peces y esas piedras rubicundas y lisas, donde toman el vigor y la vida los faunos seres, que serpenteaban hasta perder su dulzura cristalina al llegar a la inmensidad rugiente de un celeste y espumosos mar; observaba sobre las altas y lejanas montañas extenderse el azul puro, libre, supremo e imponente, que mecía a las nubes tamizadas y que paseaba al rubio sol de su principio a su fin, tiñéndose de oro melifluo, púrpura, glauco, rosado y gris; donde aves volátiles danzaban en coreografías esplendentes, rayando las brumas del celaje con arias unánimes y rotundas; desde donde el silfo fornido descendía abrazador hacia la floresta, para mecer su ensanchada pureza. Bajó de la cima. Pasó por un vado por donde corría agua transparente y serena; donde las ninfas exponían sus muslos alabastrinos y sus rosados pechos, para encanto inocente y pecados divinos, riendo como chicuelas y saltando excitadas y frenéticas, viéndose entre ellas y murmurando en lengua helena.

    Siguió en su búsqueda. Se adentró más al bosque. Allá, del pico de una montaña, se escapaba un rayo de luz vespertina, que llegaba a golpear un lirio sedeño y azul el cual brillase como hecho de zafir, diamante o ágata, rodeado de rosas y amapola, que suspiraban hálitos de hadas; lirio que le deslumbró el alma y vibró su mano y, visado en bermellón, rasgo su ansia pura. Continuó. Llegó hasta una campiña que se levantaba perfumando los repechos de un ribazo, que guardasen una vereda por donde vagó mientras el sol palidecía y enrojecía el cielo. Ya las aves se posaban en las ramas de los árboles, cuando descendió un arcoíris opalino, de donde salían gnomos con pedruscos brillantes en las manos y corrían hacía una gruta, como escapando del ocaso, como buscando el descanso del rol.

    Encontró nuevamente el camino por donde vino. Ya cansado, buscó la salida del bosque encantado. Su alma se agitaba estremeciendo sus adentros y su mano vibraba ansiosa de escribir, pero… ¿Qué escribiría?...
    Las imágenes coloridas,los trinos y cantares canoros, los olores perfumados y los sentires primaverales, esos candores deseados, esos besos bullentes, esas ansias locas, se revolvían y giraban en su cabeza, como una orgía de ambrosías inefables.

    Caminó pensativo. Y en su caminar encontró a un triste y pensativo ruiseñor –que pensaba en un salmo de gloria infinita, rutilar y armonioso, que hiciera llorar al sol lágrimas de fulgor y a la floresta, estallar en un coro de aromas que produjera un supremo éxtasis-; se detuvo, lo vio, como sabiendo lo que pensaba; rasgó un trozo de su pergamino; tomó su pluma de Fénix y su tinta azul; la mano le esplendía en rimas, como fuego intenso y abrasador, que le consumía su ser lírico, con una llama celeste. Y en silencio escribió un canto inaudito y se lo dio, con una sonrisa dadivosa, al pajarillo cantor. Aquel lo vio y fausto y cadente cantó el canto, marchándose con él aquel poeta ilustre. Su entorno se tornó resonante y rutilar, el cántico del ruiseñor hizo caer una tenue brisa de ambrosía trémula y colorida, que emano un perfume coreado por las flores;el júbilo surgió como alborada, el bosque resplandeció lumbral y el viento se doro de polvos de hadas, el cielo hizo descender una porción de su azul celestial, y la floresta estalló en colores, cantos, aromas y felicidad, gloriosa y suprema. El bosque se convirtió en una aurora mágica, pura, sacra y lírica, que se visaba con el ocaso palidezco y ardiente, con el que se marchaba el sol y moría la hermosura de luz.

    Al regresar el poeta apasionado, de los adentros del bosque, se detuvo frente a uno de los robustos árboles que sirven de columnas a la senda entrada; tomo otro trozo de pergamino y escribió en él, con su ígnea pluma de Fénix y su tinta azul, y lo incrusto en la corteza plateada de esefrondoso abedul, unos versos que decían:

    Cuando en la mano difusa
    posa la real ilusión
    ¡Resplandece vuestra musa,
    y surge la inspiración ¡


    Y se marchó por el sendero, entre cánticos áureos de los buches melodiosos de aves parleras…
     
    #1

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