Oferta y demanda.

.
.
OFERTA Y DEMANDA
.

La demanda dicta –estas son mis necesidades– y la oferta se ajusta a ellas. Sí, esto es obvio, ya lo sé. Si el consumidor, tal vez por inclinación natural o por mero capricho elige los malos productos antes que los buenos, los productores mediocres no tendrían en consideración mejorar en lo más mínimo y los buenos, empeorarían con tal de entrar en competencia, y sí, esto es obvio, ya lo sé. Si tras de un demandante hay cinco ofertantes, y aquel demandante se empeña todavía, tal vez no por voluntad, sino por asedio de la mala oferta dominante, en elegir lo deficiente, el ofertante más justo, el que vela por el bienestar del consumidor se mantendrá en su letargo, hasta caer en cuenta y despertar, decidir que es preciso desmedrar con tal de ser preferido, y sí, esto es obvio, ya lo sé. Y aunque muchos consumidores persiguen aún lo bueno, se cansan de no hallarlo, postulando que todos son iguales. Qué más da.
No sabes cómo comprendo que ante tanta mala oferta, aparezca uno más, que en vez de halagarte sutilmente, invitarte a tomar un café o a pasear por el parque, opte, previo estudio de mercado a asediarte, citarte a tomar un trago para decir lo mucho que le agradan tus caderas, tus piernas o tus senos, y que ante las condiciones impuestas, decida, que hay mayor probabilidad de éxito con una caricia resuelta o un beso robado antes que con una conversación interesante.
.
.
.