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Oliverio Girondo

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por nicte, 28 de Septiembre de 2006. Respuestas: 4 | Visitas: 17173

  1. nicte

    nicte Poeta asiduo al portal

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    "Comunión plenaria"

    Los nervios se me adhieren

    al barro, a las paredes,

    abrazan los ramajes,

    penetran en la tierra,

    se esparcen por el aire,

    hasta alcanzar el cielo.

    E1 mármol, los caballos

    tienen mis propias venas.

    Cualquier dolor lastima

    mi carne, mi esqueleto.

    ¡Las veces que me he muerto

    al ver matar un toro!..

    Si diviso una nube

    debo emprender el vuelo.

    Si una mujer se acuesta yo me acuesto con ella.

    Cuántas veces me he dicho:

    ¿Seré yo esa piedra?



    "Dicotomía incruenta"

    Siempre llega mi mano

    más tarde que otra mano que se mezcla a la mía

    y forman una mano.

    Cuando voy a sentarme

    advierto que mi cuerpo

    se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse

    adonde yo me siento.

    Y en el precise instante

    de entrar en una casa,

    descubro que ya estaba

    antes de haber llegado.

    Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,

    y que mientras me rieguen de lugares comunes,

    ya me encuentre en la tumba,

    vestido de esqueleto,

    bostezando los tópicos y los llantos fingidos...


    BALAÚA

    De oleaje tú de entrega de redivivas muertes
    en el la maramor
    plenamente amada
    tu néctar piel de pétalo desnuda
    tus bipanales senos de suave plena luna
    con su eromiel y zumbos y ritmos y mareas
    tus tús y más que tús
    tan eco de eco mío
    y llamarada suya de la muy sacra cripta mía tuya
    dame tu
    Balaúa


    ¡TODO ERA AMOR!

    ¡Todo era amor... amor!
    No había nada más que amor.
    En todas partes se encontraba amor.
    No se podía hablar más que de amor.
    Amor pasado por agua, a la vainilla,
    amor al portador, amor a plazos.
    Amor analizable, analizado.
    Amor ultramarino.
    Amor ecuestre.
    Amor de cartón piedra, amor con leche...
    lleno de prevenciones, de preventivos;
    lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
    Amor con una gran M,
    con una M mayúscula,
    chorreado de merengue,
    cubierto de flores blancas...
    Amor espermatozoico, esperantista.
    Amor desinfectado, amor untuoso...
    Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
    con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
    con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
    Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
    de los bomberos.
    Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
    que arranca los botones de los botines,
    que se alimenta de encelo y de ensalada.
    Amor impostergable y amor impuesto.
    Amor incandescente y amor incauto.
    Amor indeformable. Amor desnudo.
    Amor-amor que es, simplemente, amor.
    Amor y amor... ¡y nada más que amor!




    NO SOY QUIEN ESCUCHA...

    No soy quien escucha
    ese trote llovido que atraviesa mis venas.

    No soy quien se pasa la lengua entre los labios,
    al sentir que la boca se me llena de arena.

    No soy quien espera,
    enredado en mis nervios,
    que las horas me acerquen el alivio del sueño,
    ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
    mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.

    No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.


    NO SE ME IMPORTA UN PITO

    No se me importa un pito que las mujeres
    tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
    un cutis de durazno o de papel de lija.
    Le doy una importancia igual a cero,
    al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
    o con un aliento insecticida.
    Soy perfectamente capaz de sorportarles
    una nariz que sacaría el primer premio
    en una exposición de zanahorias;
    ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
    bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
    Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
    Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
    tan locamente, de María Luisa.
    ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
    y sus miradas de pronóstico reservado?
    ¡María Luisa era una verdadera pluma!
    Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
    volaba del comedor a la despensa.
    Volando me preparaba el baño, la camisa.
    Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
    ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
    de algún paseo por los alrededores!
    Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
    "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
    ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
    para llevarme, volando, a cualquier parte.
    Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
    que nos aproximaba al paraíso;
    durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
    como dos ángeles, y de repente,
    en tirabuzón, en hoja muerta,
    el aterrizaje forzoso de un espasmo.
    ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
    aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
    ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
    la de pasarse las noches de un solo vuelo!
    Después de conocer una mujer etérea,
    ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial
    entre vivir con una vaca o con una mujer
    que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
    Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
    la seducción de una mujer pedestre,
    y por más empeño que ponga en concebirlo,
    no me es posible ni tan siquiera imaginar
    que pueda hacerse el amor más que volando.




    ESCRÚPULO

    Me parece que vivo
    que estoy entre los ruidos
    que miro las paredes,
    que estas manos son mías,
    pero quizás me engañe
    y paredes y manos
    sólo sean recuerdos
    de una vida pasada.
    He dicho "me parece"
    yo no aseguro nada.


    GRATITUD

    Gracias aroma
    azul,
    fogata
    encelo.
    Gracias pelo
    caballo
    mandarino.
    Gracias pudor
    turquesa
    embrujo
    vela,
    llamarada
    quietud
    azar
    delirio.
    Gracias a los racimos
    a la tarde,
    a la sed
    al fervor
    a las arrugas,
    al silencio
    a los senos
    a la noche,
    a la danza
    a la lumbre
    a la espesura.
    Muchas gracias al humo
    a los microbios,
    al despertar
    al cuerno
    a la belleza,
    a la esponja
    a la duda
    a la semilla
    a la sangre
    a los toros
    a la siesta.
    Gracias por la ebriedad,
    por la vagancia,
    por el aire
    la piel
    las alamedas,
    por el absurdo de hoy
    y de mañana,
    desazón
    avidez
    calma
    alegría,
    nostalgia
    desamor
    ceniza
    llanto.
    Gracias a lo que nace,
    a lo que muere,
    a las uñas
    las alas
    las hormigas,
    los reflejos
    el viento
    la rompiente,
    el olvido
    los granos
    la locura.
    Muchas gracias gusano.
    Gracias huevo.
    Gracias fango,
    sonido.
    Gracias piedra.
    Muchas gracias por todo.
    Muchas gracias.
    Oliverio Girondo,
    agradecido.


    PLEAMAR

    Nada ansío de nada,
    mientras dura el instante de eternidad que es todo,
    cuando no quiero nada.
     
    #1
  2. nicte

    nicte Poeta asiduo al portal

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    este poeta es unos de los poetas mas irreverentes que he leido, tuvo una vida solitaria, apartada, llena de prostitutas y alcohol.
    me llena mucho leerle, su forma vacía de crear imágenes, su lúcido vocabulario, a pesar de su alcoholismo, y en general, su mente...que resulta fascinante, no digo más, que mejor descripción de Él que su obra.

    les recomiendo "NO SE ME IMPORTA UN PITO", "PLEAMAR", "DICOTOMÍA INCRUENTA", y bueno en general todos...
    aqui les dejo si biografía. que disfruten...


    Biografía

    Poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1891, en el seno de una familia adinerada que le procuró una esmerada educación en importantes centros educativos europeos.
    Estudió Derecho, y muy pronto, a raíz de sus contactos con los poetas exponentes de la vanguardia europea, publicó en 1922 su primer libro de poemas, «Veinte poemas para ser leídos en el tranvía», seguidos luego por «Calcomanías» en 1925, «Espantapájaros» en 1932, «Persuasión de los días» en 1942, «Campo nuestro» en 1946 y «En la masmédula» en 1954, obra que constituye en su trabajo más audaz en el campo de la poesía.
    Al iniciarse la década de los años cincuenta, guiado por su interés en las artes plásticas, incursionó en la pintura con una marcada tendencia surrealista, gracias a su profundo conocimiento de la pintura francesa.
    En 1961 sufrió un grave accidente que le disminuyó sus condiciones físicas. En 1965 viajó por última vez a Europa y a su regreso a Buenos Aires, falleció en 1967.
     
    #2
  3. rodolfo garcia

    rodolfo garcia Invitado

    Girondo Es El Surrealismo Hecho Palabra
     
    #3
  4. nicte

    nicte Poeta asiduo al portal

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    también, quisiera compartirles un segmento de la vida de este autor, este se refleja en la película argentina "el lado oscuro del corazón" dirijida por Eliséo subiela en 1992.

    una película en donde se toma a manera fantástica, objetos como la muerte, la madre, el amor y el vuelo humano, y se transforman en todo un paseo literario y visual que eriza los vellos. cabe mencionar que esta pelicula fue inspirada en un episodio de la vida del autor y en el poema "NO SE ME IMPORTA UN PITO" para su amada maria luisa (la única mujer que vuela)
     
    #4
  5. nicte

    nicte Poeta asiduo al portal

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    No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí!—y en esto soy irreductible—no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. ¡Si no saben volar pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

    Ésta fue—y no otra—la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.

    ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?

    ¡María Luisa era una verdadera pluma!

    Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres

    ¡Con que impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.

    Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.

    ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo!

    Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?

    Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.



    Espantapájaros 8 (no dicho pero evocado en imágenes)

    Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.

    En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.

    Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.

    ¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!

    Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.

    ¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo –me pregunto-- todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?

    El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un de una falta de tacto...

    Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de con temporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, coda una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquella desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, esta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abuse de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junta con las gallinas.

    Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. E1 hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto mas insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y es per a r que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.

    Espantapájaros 18

    Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo. Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

    Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.

    Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.

    Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.

    Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!



    "Interlunios" (en la película, escena con la vaca que habla)

    Diluido en esa contemplacion había logrado olvidarme haste de mí mismo, cuando, de repente, una voz pastosa pronunció mi nombre. Aunque estaba seguro de encontrarme solo, la voz era tan nítida que me incorporé para comprobarlo. A los dos lados del camino, el campo se extendía sin tropiezos. Uno que otro árbol perdido en la inmensidad y, cerca mío, algunos cardos, entre los cuales divisé un bulto que resultó ser una vaca echada sobre el pasto.



    Opté por acostarme de nuevo, pero antes que pasara un minuto oi que la voz me decía:

    "—¿No te da vergüenza? ¿Cómo es posible? ¿Qué has hecho para llegar a ese estado? ¿Ya ni siquiera puedes vivir entre la gente?

    Por absurdo que resultase, era indudable que la voz partía del lugar donde se encontraba la vaca. Con el mayor disimulo me di vuelta para observarla. La claridad de la noche me permitía distinguir todos sus movimientos. Después de incorporarse y avanzar unos pasos se detuvo a pocos metros del sitio en que me hallaba, para rumiar durante un momento lo que diría y proseguir con un tono acongojado:

    "—¡Hubieras podido ser tan feliz! ... Eres fino, eres inteligente y egoísta. ¿Pero qué has hecho durante toda tu vida? Engañar, engañar... ¡nada más que engañar!... Y ahora resulta lo de siempre; eres tú, el verdadero, el único engañado. ¡Me dan unas ganas de llorar! . . . ¡Desde chico fuiste tan orgulloso! . . . Te considerabas por encima de todos y de todo. De nada valía reprenderte. Crees haber vivido más intensamente que nadie. Pero, ¿te atreverías a negarlo?, nunca te has entregado. ¡Cuando pienso que prefieres cualquier cosa a encontrarte contigo mismo! ¿Cómo es posible que puedas soportar ese vacío?... ¿Por qué te empeñas en llenarlo de nada? Ya no eres capaz de extender una mano, de abrir los brazos. ¡Es verdaderamente desesperante!... ¡Me dan unas ganas de llorar!

    Cuando calló, sin darme cuenta me levanté y di unos pasos hacia ella. Después de mirarme con unos ojos humedecidos de ternura y de limpiarse la boca refregándosela contra la paleta, sacó el pescuezo por encima del alambrado y estiró los labios para besarme.

    Inmóviles, separados únicamente por una zanja estrecha, nos miramos en silencio. Pude caer de rodillas, pero di un salto y eche a correr por el camino. En lo más profundo de mí mismo se erguía la certidumbre de que la voz que acababa de oir era la de mi madre."

    [. . .]

    Y lo peor es que la vaca, mi madre, tiene razón. Yo no soy, ni he sido nunca más que un corcho. Durante toda la vida he flotado, de aquí para allá, sin conocer otra cosa que la superficie. Incapaz de encariñarme con nada, siempre me aparté de los seres antes de aprender a quererlos. Y ahora, es demasiado tarde. Ya me falta coraje hasta para ponerme las zapatillas.
     
    #5

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