Orgullo herido

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Estaba convencida de que su arte culinario no tenía parangón. Pero aquel día su marido había osado decirle que las lentejas le habían quedado algo sosas, rogándole que le pasara el salero.

Ya en la cocina procedió con calma a cambiar la sal de mesa por ciertos polvos blancos que extrajo de la alacena.

El próximo día que ponga en duda la perfección de mi punto de sal —pensó—, sabrá lo que es un buen sazonado. Y un escalofrío de placer le recorrió la espalda.

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Una historia muy siniestra. Hay que ver que poco aguante. Te ha quedado conciso y escalofriante.
Abrazos

 

Aquí no hay niña tierna.
O puedes ser que la niña, de mayor, se volvió así, jejejeje (risa caustica). A lo mejor, como dice Sabina: Le sobran los motivos.
Se trata de los micros han de ser así, concisos, sin ningún adorno, y con la mínima cantidad de palabras para dirigir al lector hacia un desenlace inesperado.
Eso dicen.
Gracias por seguir leyendo.
Abrazos.

 

¡Me encanta! A ver si se atreve la próxima vez... Un beso

 

Eso fue una solución drástica y lo demás es tontería.
Gracias por dejarme tu comentario.
Abrazos.

 

Estaba loca, como el 0'01 de las mujeres y el 0'01 de los hombres. ¿Machista yo? Tururú.
Menos mal que el micro te quedo en su punto de sal.
Me ha gustado.

 

Es posible que haya una diarrea de por medio o la visita de la parca. Preciso el micro. Saludos cordiales.

 

Pues muchas gracias, saleroso.
Abrazos.

 

¿No me digas? ¿Le quisiste poner matarratas a tu marido? Jaja, no me lo puedo creer...
Habrá que andarse con cuidado contigo. Gracias por dejar tu comentario.
Besicos.

 

Esperemos que no llegue a venir la Parca, con la diarrea se conformaría.
Gracias por pasa a leer.
Saludos.

 

Me imagino la conversación en tu casa:

_ ¿Están buenas las lentejas?

_ ¡Sí, mi sargento!

(Esto lo he sacado de alguna peli, pero no sé de donde)



Estoy seguro de que esa pobre mujer cocinaba con poca sal para salvar a su marido de una hipertensión que arruinase su vida, ante tal desagradecimiento a los cuidados maritales tomó una decisión justa e irrevocable.

Un abrazo.

 

jajaja... Bien ahí, eso le pasa al cabrón por andar discutiendo cosas saladas. jajaja

un abrazo.

 

¡Qué benévolo! o ¡Qué malvado! (Según se mire).
Es que el orgullo desmedido es temible. En mi casa nunca pregunto que cómo está la comida... Por si acaso.
Gracias por venir, majete.

Abrazos.

 

¡Uy, qué drástico, si ya hasta me da penica!
Y que conste que esa no soy yo, pero las hay que no saben aguantar una crítica.
Gracias por pasar.
Abrazos.

 

Todo en su justa medida, he ahí el arte del equilibrio.
Gracias por tus palabras, Luzyabsenta. Me es grato encontrarte aquí.
Saludos cordiales.

 

Gracias de nuevo por tu nuevo comentario.
Saludos.

 

hablando de crueldad y veneno...

saludos.

 

Precisamente lo he ido a ver al leer el tuyo, a ver si había comentarios por agradecer.
Gracias por pasar.
Saludos.

 

Un micro estupendo, conciso, cerrado y además con sorpresa final. Felicidades!!

Un abrazo,

Palmira

 

Muchas gracias, Palmira, por tan amable comentario.
Un placer encontrarte leyendo mis micros.
Un abrazo.

 

Anda que terrible!! Jajaja Un gusto pasar por tus letras, saludos, Azalea.