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Otra historia de putas

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por cyranodemadrid, 12 de Enero de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 586

  1. cyranodemadrid

    cyranodemadrid Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    8 de Enero de 2016
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    Género:
    Hombre
    Dedicado a todas las Marias de Magdala con "corazón de cinco estrellas"

    Verá ud. Sr. Juez… o su Señoría, lo siento, es que cómo ya sabrá no tengo estudios. A mi padre no le conocí y mi madre se rompió los lomos sirviendo en las casas de lo señoritos en la ciudad.
    Que se me murió como un pajarito sin dar una queja y habiendo trabajado el día anterior. Yo con diez años tuve que ir con las cabras, hasta que me llamaron para lo de la mili. Aunque luego no me quisieron por eso de mi chepa. Se conoce que podía dar mal en los desfiles.
    Pero bueno señoría, no crea, que yo solo me las he sabido apañar y el cura don Telesforo me enseñó las letras y las cuatro reglas. Que siempre me he dedicado a la construcción y nunca he tenido problemas con las cuentas.
    Pero no quiero aburrirle con mi vida, que usted y yo sabemos lo que me trae por aquí.
    ¿Cómo dice?. No, si yo estoy dispuesto a contestar a todas las preguntas. No me da miedo lo que me pueda pasar. Que ya ve usted, los hombres deben apechugar con lo que hacen y yo, puede usted preguntar por ahí, soy hombre cabal cómo el que más.
    Verá usted, a la Magda la conocí hace más de tres años cuándo llegó al “Ángel azul”
    Sí ya se que le llaman la española, pero en realidad es de Rumania del mismo sitio que ese canalla que le acosaba, que no se como ella lo aguantaba.
    Pues cómo le iba diciendo, cuándo conocí a la Magda, yo andaba con dinero en el bolsillo, que todavía no había venido esto de la crisis y aparte de mi trabajo en la obra, le hacía algún trabajo al Julián, el dueño del Ángel.
    No crea Sr. Juez que eran trabajos legales. Todas las chapuzas del mantenimiento del local, acompañar a alguna chica, protegerla de algún botarate……. Que Dios me ha dado esta joroba, pero también fuertes brazos y sí, también he de reconocerlo, este pronto mío que me ha dado algún disgusto. Pero Don Julián siempre fue legal conmigo y hasta me ha dejado vivir en el cobertizo que hace de almacén.
    Pero a lo que vamos, la Magda se portó siempre bien conmigo y yo siempre que podía estaba un rato con ella, eso sí pagando religiosamente, que siempre tuve muy claro cual era mi sitio. A ella nunca pareció impórtale mi defecto físico, ni se reía de las bromas de las otras chicas, cuándo pasaban los decimos de lotería por mis lomos.
    Es la mujer que me ha dado más cariño, si exceptuamos a mi madre. Siempre me ha tratado cómo una persona y no cómo a un monstruo. Cuándo estuve enfermo con las fiebres, que casi me llevan al otro barrio, la única que se atrevía a entrar en la cueva donde vivo, era la Magda, me traía caldo, me limpiaba la cara del sudor y las babas y sobre todo señor juez, me traía su calor.
    El porqué lo hacía, no sabría decirlo, pienso que para ella solo era un perrillo sarnoso y abandonado, pero eso sí dispuesto a morder por ella y hasta morir, que mi vida, señor juez, nunca valió una mierda y ahora que ella no está lo que sea de mí me importa aún menos.
    En cuánto a ese cabrón del rumano, le digo que era una mala persona, un mal bicho. Está mejor donde está, que aunque el abogado que me han buscado ustedes me recomienda que no lo diga, la verdad es que no me arrepiento de haberle dado boleta.
    Le digo que era un perfecto hijo de puta. Trapicheaba con las chicas empolvándoles la nariz, y a mi Magda la perseguía porque la consideraba suya, porque eran del mismo país, que quería convertirse en su chulo. Y Magda estaba cada vez más asustada.
    El hijo de puta era el típico chulo de gimnasio. Y andaba con una “pipa” que la sacaba continuamente. Conmigo se apretaba los machos, que en una ocasión el muy cabrón, obligo a unos pobres chicos, pistola en mano, a recoger con servilletas de papel, un gin tonic que le habían tirado al suelo. Yo soy de los que piensan que a un hombre si es menester se le manda al otro barrio, pero no se le humilla.
    Así que le dije que era un cabrón y un chulo. Se me quedo mirando sonriente y me dijo: “Quieres ayudarles tú”. Yo le conteste que si tenía huevos que intentase usar esa pistola y que se la metería por el culo. Enseguida vino la Magda a tranquilizarme y en cuanto la vi se me fue la mala sangre, cómo siempre me pasaba.
    El caso es Sr. Juez que la otra noche la Magda me dijo que no aguantaba más la presión de ese sinvergüenza y que se iba en autobús a Rumania. Venía a despedirse. Y yo pensé que a mi no me ataba nada aquí, que no tengo familia excepto si la Magda quería serlo y que algo de dinero tenía guardado detrás del fregadero, que nunca me fié de los bancos. Así que hablamos de irnos juntos y a la Magda me pareció que le puso contenta la ídea.
    Cuando fui a buscar el dinero y a meter en una bolsa las cuatro cosas que poseo y volvía al Ángel, al entrar al local vi que el rumano, ese pegajoso estaba rodeando con su brazo a la Magda con cara de pocos amigos. A mí no me pareció mal que si la Magda le había dicho adiós, que el tío anduviese cabreado, pero cuando me acerque me di cuenta que en la otra mano tenía la puta pistola clavándosela en el estomago a la Magda. Y en ese momento me pasó lo que siempre me pasa cuando huelo el peligro, se me pone un velo rojo en la vista, me hormiguean las manos y los pies y todo a mi alrededor comienza a moverse a cámara lenta, como en las películas.
    La verdad Sr. Juez es que ni me lo pensé, saque mi navaja cabritera, la que me regaló don Telesforo cuando yo era un chaval y que nunca me ha abandonado y retirando a la Magda del brazo del rumano, le tiré un navajazo. La mala suerte es que el hijo de puta me vio llegar y me golpeó el brazo desviándome el golpe, que se la clavé en la tripa. Se echó para atrás y me disparó. La Magda, le juro sr. Juez que no se porqué lo hizo, se puso por medio y recibió ella el disparo. No le di tiempo a reponerse, le clavé la navaja al lado del cuello, hacía abajo y se cayó de rodillas como un toro al que le han dado la puntilla. Me volví a auxiliar a la Magda, pero no pude ni decirle adiós. Tenía el pecho reventado por el disparo y un crucifijo se oro que yo le había regalado, lleno de sangre………..



    Suprimida la resolución original por aportar datos privados, sin que Mundopoesia se halle autorizada a publicarlos.

    ADMINISTRACIÓN DE MP


    Leocadio fue condenado a 11 años y diez meses de cárcel. No llego a cumplir ni uno. Cuando llevaba diez meses, le mataron unos colombianos. Había pegado una paliza a uno de ellos, que había abusado de un chapero, obligándole a mamarsela y meándole en la boca. Le esperaron en el “tigre”y le cogieron desprevenido con pinchos carceleros. Vendió cara su vida que a uno a poco lo mata mordiéndole en la nuez mientras el resto lo cosía a puñaladas. No le encontraron familia que se hiciese cargo de sus restos. Tampoco dejo ningún bien. Tan solo un crucifijo de oro y una foto gastada de una individua con pinta de prostituta.
     
    #1
    Última modificación por un moderador: 19 de Enero de 2016

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