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Paisaje sin edad

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Pessoa, 11 de Enero de 2016. Respuestas: 3 | Visitas: 806

  1. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

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    PAISAJE SIN EDAD

    Posiblemente la edad de aquel castaño fuese igual a la suma de las edades de los tres ancianos que día tras día se sientan bajo su sombra: unos trescientos años, pero no hay datos que abonen esta suposición. Inmenso, acogedor, como un sueño desplegado en hojas u ojos siempre avizores, como los tres ancianos y, como ellos, silenciosos. El castaño de la plaza, como un inmenso noray donde se han amarrado siempre las vidas de los habitantes de aquel pueblecito, desde el que, una vez desamarrados por los vientos de la zozobra o por las engañosas brisas del amor, estos habitantes zarpan como nubes a viajes que nunca les llevan a la vida que ellos sueñan como Vida.


    Aquellos tres ancianos son, desde nadie sabe ya cuánto tiempo, como una excreción del propio árbol, un relieve denso y duro, como un pórtico hierático de las entrañas de aquel gigante vegetal, una tríada inanimada que, sin embargo, son el latido callado y sutil de la vida del pueblo. Nadie se recuerda de su llegada; desde cuándo el poyete que rodea al árbol les sirve de asiento. Sólo se sabe que aparecen con el sol y con el sol discretamente desaparecen. A mediodía las lagartijas juguetean entre sus rústicos zapatones, dibujando extraños jeroglíficos sobre el polvo del pavimento que nadie se atreve a interpretar.


    La cadencia de las horas y los días, con sus tristezas y su monotonía, es como el latido de ese grupo de ancianos que son, a pesar de todo, el latir del propio pueblo, el latido de uno de esos pueblecitos callados, perdidos entre los campos de pan llevar que indefectiblemente los nuevos tiempos van arrumbando en el polvo que viene siendo el habitante estéril de esos campos.


    Queda el castaño; quedan algunos chopos y una humilde y prodigiosa higuera. La enfermedad y la ruina vienen a ser sus compañeros cotidianos. Y los tres silenciosos ancianos. Ahora, en plena canícula, ellos siguen embozados en sus zamarras de viejos pastores; aunque hay quien los ve como revestidos de aquellas negras chaquetas de pana de los días de fiesta mayor. Pero sólo son las sombras quienes ahora los contemplan. Y ya se sabe, las sombras no suelen tener ojos porque no tienen cabezas, son acéfalas. Ellos, los ancianos, sí las tienen y unos ojos cansinos y apagados que son como medusas adheridas al invisible plasma del tiempo.


    Hoy la plaza y su castaño están inmersas en un duro silencio y ellos, los tres ancianos, como un extraño grupo fósil, esperan una vida nueva, esa vida que los más jóvenes fueron a buscar fuera de la sombra protectora del castaño y de los fértiles prodigios de la higuera. Ellos, los viejos, saben que esa vida prometida no es tal, sólo es un fraude; pero algo les impide decirlo. Algo tan minúsculo como la casi imperceptible sonrisa escéptica de alguien, la turbia mirada de un decrépito perro, incluso.


    Porque los ancianos tal vez hoy sean sólo un sueño, el mismo en el que ellos sueñan al pueblo donde, humildemente poderoso, el castaño gotea sus lágrimas cada otoño; lágrimas erizadas de dolor que, como el mundo, generosamente otorga como alimento. El viento ábrego sigue trayendo sus lluvias porque sabe que el castaño aún existe; y los ancianos que bajo él se amparan. Pero un día será el abrasador solano quien jugueteará con el polvo y los resecos esqueletos de las retamas.


    Entonces el castaño llorará sus últimas lágrimas y la higuera prodigiosa dejará los milagros de sus frutos como regalo de despedida a los tres ancianos. El sueño habrá terminado.
     
    #1
    Última modificación: 11 de Enero de 2016
    A Uqbar le gusta esto.
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Otro gran encuentro con tus obras Miguel, he disfrutado enormemente con esa sintonía que tienes con las imágenes, con la facilidad con la que me transporto por tus palabras, con la imaginación a la que me trasladas, con tu léxico siempre exquisito.

    Pd: He dejado unas notas en tu buzón por si deseas corregir unos pequeños detalles.

    Un gran abrazo

    Palmira
     
    #2
  3. Eratalia

    Eratalia Con rimas y a lo loco

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    Un cuadro dibujado con palabras. Es lo que siempre pienso cuando leo tus escritos y lo hago atentamente, con reverencial concentración, para no perderme ninguno de los efluvios que emanan de ellos.
    Me has recordado un poco al realismo mágico, como si aquellos tres toscos ancianos que ves bajo la sombra del castaño hubiesen muerto hace años, pero siguen allí y los puedes ver.
    Eres bueno, amigo mío. Qué desperdicio de talento, que podrías estar forrado escribiendo novelas.
    Un abrazote.
     
    #3
  4. Paulitinamente

    Paulitinamente Poeta recién llegado

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    2 de Abril de 2016
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    Coincido totalmente con el comentario de Eratalia .
    Nones puede explicar mejor lo que se siente al leerte .
    Realismo Mágico en un pueblo de Castilla ...
     
    #4

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