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parábola del bondadoso samaritano que resguardaba de los depredadores sexuales a las mujeres ebrias

Tema en 'Poesía realista (sin premios)' comenzado por jose villa, 26 de Septiembre de 2018. Respuestas: 1 | Visitas: 405

  1. jose villa

    jose villa Poeta que considera el portal su segunda casa

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    afuera de un night club, un húmedo amanecer de septiembre
    te encontré tirada en la banqueta

    o habías tropezado con un saliente de los adoquines
    y lo ebria que andabas te había impedido levantarte después,
    o te habías trabado en un ajuste de cuentas entre compañeras
    y la otra furcia te dejó en knock out

    tenías la putifalda rota y habías perdido un tacón
    la blusa desgarrada, las tetas de fuera
    y en el pómulo derecho un hematoma

    tal vez hubiera sido mejor que no me detuviera
    que te dejara allí tirada como un perro y abandonada a tu suerte
    y siguiera mi camino sin preocuparme de nada
    pero tuve un momento de debilidad humana compasiva
    y fue por eso que decidí brindarte mi desinteresada ayuda

    (ahora sé que mi conducta fue la de un perfecto pendejo
    un soñador sin malicia al que su bondad lo empujó a caer en una pesadilla
    y que al final solo obtuvo como recompesa a su altruismo
    que se la acabaran metiendo doblada por el culo)

    de alguna manera logré que te pusieras en pie
    te arreglé un poco la falda, te metí las tetas dentro de la blusa
    te hice beber un trago del botellín de whisky que
    siempre guardo en la bolsa de mi chaqueta para casos de emergencia
    y por último saqué el celular y pedí un uber
    para llevarte a mi casa y que allí pudieras reponerte
    en un lugar a salvo de la amenaza de los degenerados
    que rondan siempre la zona en busca de nenas pasadas de copas
    para dejarles caer su asquerosa zarpa encima

    una vez en mi casa, no sólo te preparé un baño con burbujas aromatizadas
    sino que además te apliqué una capa de pomada de árnica en el hematoma
    y por si fuera poco, puse una lavadora
    sólo para lavar tu putifalda, tu blusa y tus pequeñas bragas de seda rojas

    dada la condición etílica aguda en que te hallabas
    -parecía como si te hubieras chingado tres putos litros de vodka en una hora-
    llevé mi abnegada labor de asistencia higiénica corporal
    incluso al extremo de meterme contigo en la bañera
    para poder realizar una mejor y más profunda faena de limpieza de tus partes
    cepillando delicadamente tu espalda, tus axilas, la parte interior a lo largo de tus piernas
    frotando tu cabello con generosas dosis de shampoo l´oreal enriquecido con lípidos y vitaminas
    para darle una apariencia radiante y juvenil y toda esa mierda
    y friccionando amorosamente con las yemas de mis dedos
    tus tetas y culo y las tiernas y suaves carnosidades de tu zona genital

    después del baño te envolví en una bata acolchada
    y te llevé cargada en brazos a la habitación
    donde te coloqué suavemente sobre mi propia cama
    con la cabeza apoyada en un mullido almohadón

    no estabas todavía consciente del todo
    pero ya comenzabas lentamente a salir
    del tremendo estupor catatónico en que te habías sumido
    por culpa del exceso de vodka ingerido y el posterior costalazo en la banqueta
    y cuando me tumbé a tu lado en la cama pude percatarme
    que tenías los pezones duros y puntiagudos como un estilete
    y que a través de los labios separados de tu vulva ya escurría
    una viscosa marea de caldo vaginal profundo

    era tanta mi preocupación por que te sintieras bien
    que a pesar de no sentirme especialmente atraído por mujeres de tu tipo
    -menor de 20, tetas grandes, culo respingón
    aspecto un tanto aniñado y con un aire a scarlet johanson-
    me hice el ánimo a tragarme un par de viagras en ayunas y bajándolas con un trago de whisky
    y después me subí encima de ti acallando mis prejuicios estéticos
    sabiendo perfectamente que era mi obligación resignarme a prestarte auxilio sexual
    y meterte una buena cogida para que la calentura no te llevara
    a cometer el error de utilizar tus escasas fuerzas y energía
    en hacerte una paja, exponiéndote con ello
    a recaer en tu anterior estupor catatónico
    y poniendo además en peligro tu salud y el proceso de recuperación que habías iniciado

    ahora sé que no debí permitir
    que mi bondad intrínseca me llevara a incurrir en semejante grado de entrañable filantropía
    que no debí moverte de esa puta banqueta ni darte refugio en mi casa
    ni restañar tus heridas y lavar y perfumar tu cuerpo
    ni arroparte en mi cama y forzar mi cuerpo para que con él pudieras aliviarte
    del puto incendio que te quemaba el coño

    ahora, cuando el puto abogado vino a decirme
    que la señorita kendra yadira me acusa de introducirle analmente sin consentimiento
    "¡esa verga de burro que le cuelga entre los huevos al hijo de puta!"

    y que a menos que pague la fianza fijada en 300 mil pesos

    lo más probable es que no salga de aquí en dos años



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