París 1910

Algún día me ahogaré en la inundación de París de 1910. Donde los libros se tostaban al sol mientras flotaban por las calles y los cristales rotos jugaban con la luz. Algún día me perderé entre todos los tallos que crecieron en las repisas de aquella primavera, cuando la hierva dejaba al viento la tarea de abalanzar a sus hijos contra la humanidad y sus Almas Muertas. Y yo me perderé entre los tallos de esa hierba crecida en las repisas, los balcones, los tejados y los duros vientos que también mecen las placidas aguas crecidas por París. Y Monet ríe de una satisfacción profunda y simple viendo como los libros se van meciendo por el nuevo curso del río como si fueran patos de Koester. Y los peces subirán las escalas azules de los embarcaderos y pasearan por los pilares de Notre Dame mientras el sol mece paredes de luz contra la vieja piedra. Será romántico para ellos pasear por la ciudad con las barcas del río a modo de nubes plácidas que les tapen el radiante sol tras la tormenta.