Parque surrealista

El avance emotivo de la noche intenta descargar nubes excéntricas que llevan consigo frágiles intentos de hiperventilación. Tan trágicas son las emociones que desaparecerían solo con imaginar fragmentos de lluvia sideral fantástica. Después de correr por el espeso juego de sometimiento insano, la vida misma concede nuevas y obsoletas formas que corren indireccionadas. Me dejo llevar instintivamente por una extraña energía que vuelve a ingresar por mi cuerpo y esoteriza todo caudal imaginario. La noche no me alcanzará para comprender al nuevo mundo, tendré que encontrar la medida exacta de psiquis para escapa A veces quiero morir pero no tengo ganas solo intencionalidad a oscuras. Muero de arte aunque incomprensiblemente no sé si sigo vivo, o si alguna vez he vivido. Muero de oscura soledad en ausencias descoordinadas. La nada me observa detenidamente mientras los pájaros simplemente vuelan. Esta fotografía me llevará quizá hacia lugares siniestros, será allí cuando intente recordar mi rostro. Seguiré en la búsqueda de un vago reflejo al costado de una ruta serena. Podría modificar y desmembrar los fragmentos planos de una historia imaginada por la humanidad temprana. Luego de reír sin sentido me remitiré a hablar de las tontas noches de destino inconcluso. Su cara seguirá con entusiasmo mirando la infinitud azarosa de mis cuentos. Descontextualizarlo todo hasta absolver la cláusula de lo morboso. Aunque la luz de los campos se cruce en la intersección de los bordes apagados. Sabré en ese preciso instante sobre la muerte del arte, cuando caiga de espaldas sobre los diferentes caminos que ofrece el parque surrealista.