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Paseo por la ciudad

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Piedad Acosta Ruiz, 16 de Septiembre de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 683

  1. Piedad Acosta Ruiz

    Piedad Acosta Ruiz Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Julio de 2011
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    PASEO POR LA CIUDAD

    Era en la tarde o quizás de noche, tal vez de mañana, tampoco lo tenía claro, realmente, había sido abordado por policiales; era cierto que se investigaba un hurto, que su carrera de taxista por desgracia, movilizó, sin percatarse de ello, a los autores y participes de tal ilícito, pero ahora la policía le captura, éstos, no se dirigen al el F2, a la Sijín o el DAS; los cuatro policiales en la patrulla, le dan un paseo por la ciudad, luego lo suben a los altos solitarios de San Diego, paraje semirural.

    Uno de sus compañeros que aborda un bus, se percata de lo sucedido, llama a su familia, ésta emprende su búsqueda, por el sector, avisando a Personería.

    Finalmente, después de haberle colocado una bolsa plástica en su cabeza, propiciándole síntomas de sofocamiento y hacerle sentar en una roca, colocándole descargas eléctricas en sus testículos, para que informara con quienes había cometido el ilícito, al no obtener información, y gracias a la presión y búsqueda de toda su familia, le dejan en el F2.

    Posteriormente amenazado en la cárcel por los autores del hurto, de asesinarle a la familia, si brindaba información acerca de las personas transportadas para la fecha de la captura, es condenado, siendo inocente.

    Cuando a la Fiscalía y al Juez de Conocimiento, les manifiesta en audiencia pública, la tortura a la que fue sometido, no le prestan la mínima atención, con desganó, le dicen que por qué no denunció a derechos humanos en su momento.
    Cumplió 4 años de prisión, su esposa le abandonó, aún no se repone de lo sufrido en prisión.


    Corrió con suerte, y de ello daba gracias al cielo, porque la familia denunció y le siguió en un taxi, sin perderle de vista; a otros jóvenes que no corrieron con la misma situación favorable, frecuentemente se les encontró en las orillas de carreteras y autopistas, con testículos, dedos, lengua, boca, ojos y brazos perforados, como producto de la tortura, antes de asesinarles.


    La pesadilla hoy parece repetirse, entra vendado, seguido por un grupo desconocido de personas, siente escalofrío, no acaba de reponerse, y el vértigo sacude su anatomía, no se atreve a soltar al que está delante, quien le guía le solicita que se calme, le sienta, deja audífonos en sus oídos, mientras escucha el relato de Pombo, olfatea el café, le mojan su espalda, espera creyendo no resistir el momento, después del relato, se quita la venda, todo está en calma, acaba de retirarse del stand de audiolecturas de la Fiesta del libro en el Jardín Botánico, pero aún en campo abierto o cerrado, ni la terapia le ha permitido arrojar el pánico y el espanto que le generó un canazo de 4 años y la cicatriz de la tortura.
     
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