Pasos lejanos

Aun recuerdo el olor a café y mantequilla de aquella fría mañana, el movimiento concéntrico del líquido oscuro dentro de la taza, el sonido de un huevo cocinándose en aceite, y la animada conversación entre mi madre y mi hermana.

- ¿Escuchaste aquellos ruidos extraños anoche? (Pregunto mi hermana) mama y yo no pudimos dormir.

A que ruidos te refieres, le conteste mientras sorbía con prisa el café de mi taza, aquella mañana como tantas otras el tiempo escaseaba.

- Unos muy extraños… unos “pasos”

Y eso que tiene de extraño le dije.

- No sé, sonaban lejanos, pero al mismo tiempo cercanos.

En la calle te refieres.

- No, no en la calle, dentro de la casa pero a la vez muy lejos.

Me despedí entonces argumentando que lo más probable es que hubiese sido una simple pesadilla. Después de eso aborde el autobús como todos los días, callando el ruido del mundo con la música de mis audífonos aun sin dar crédito a las palabras de mi hermana.

“Pasos”… que tontería me repetía, yo no había escuchado ruido alguno, por el contrario mis sueños habían sido de lo mas placenteros.

Desde pequeño siempre me había gustado soñar, pensaba que podía controlar mis sueños como si de una película se tratase, y aunque no siempre funcionaba en ocasiones lo hacía. Ayer había sido una de esas ocasiones… soñé que despertaba calmadamente a mitad de la noche, atravesaba el largo patio de nuestra casa y abría la pequeña reja del jardín mientras mi perro ladraba inquieto.

“Tonto” le dije, no tenia porque ladrarme estando como estábamos dentro de mi sueño.

Al llegar a la calle pude ver entonces a una extraña procesión de sombras, distintas entre si en formas y tamaños; durante un tiempo me quede allí de pie observándoles pasar, asombrado no por sus físicos que ya de por si eran raros en extremo, como aquellos de los cuadros del Bosco que alguna vez contemple en la facultad, no, lo que me asombro fue el modo en que se movían, una especie de cadencia rítmica en la que parecían fluir, o más bien flotar.

Una vez pasaron todos me dispuse a seguirles, y me di cuenta que de vez en vez paraban frente a alguna casa mientras bailaban como locos siguiendo el ritmo frenético de una música que yo no escuchaba, los perros ladraban, las luces se encendían y se escuchaba un grito de horror de tanto en tanto.

No sé cuánto tiempo les seguí de este modo, cuidándome que no me vieran, mas sentí que fueron días y noches enteras pues vi infinidad de lugares que yo jamás había visto.

Fue en uno de esos lugares donde de pronto detuvieron su marcha al frente de un enorme lago y de este surgió una inmensa puerta, toda de mármol negro pulido, la cual se abrió ante la danza macabra de estos peculiares seres, permitiéndoles ingresar en un paisaje iluminado por un cielo de múltiples colores, que se reflejaba en edificios de infinita belleza.

Justo en ese momento desperté, traído a la realidad por el ruido inoportuno de un viejo despertador.

Ese fue el sueño que aparte de mi mente durante las siguientes 8 horas de mi monótono trabajo; sin embargo al terminar la jornada y tras llegar a casa me percate que era sábado, por lo tanto me tentó la idea de desechar aquel odiado despertador y tratar de continuar con aquel bizarro sueño de la noche anterior.

Durante las siguientes horas volví a dormir plácidamente, como solo lo pueden hacer los niños o los ancianos, y pese a mis expectativas regrese al sueño que tanto me intrigaba.

Nuevamente atravesé el largo patio mientras mi perro ladraba, como antes vi aquella extraña procesión mágica y macabra a la vez que fluía danzando por infinitos lugares hasta llegar a la imponente puerta, la cual se abrió por segunda vez de par en par, dejando entrar a aquellos seres y después a mí en su interior, donde nubes rosadas y arboles invertidos nos dieron la bienvenida.

Así fue como todo paso, ahora puedo contar que aquí el cielo es hermoso, siempre iluminado por los rayos de un sol multicolor, que existen edificios de inigualable belleza, y que las sombras aquí ya no son sombras, sino entes con colores y formas que te pueden enternecer, maravillar u horrorizar.

Por supuesto en ocasiones extraño mi mundo, pero sé también que es difícil volver, pues me lo han dicho algunos de mis nuevos amigos, aquí el tiempo es distinto, inmutable y eterno, no existen las horas, los días o los años.

En contraparte este lugar me ha mostrado secretos, cosas más allá de la imaginación de cualquiera, y el alimento no me preocupa, pues ellos me han enseñado como vivir de los sueños de las criaturas orgánicas, desgraciadamente para mí aun faltan muchos años terrestres para que las estrellas vuelvan a alinear un camino a mi hogar.

Siento pena porque casi puedo imaginar como en alguna casa de un sitio olvidado llamado por sus habitantes “Tierra”, una madre y una hija descubrieron horrorizadas el cuerpo sin alma de un hombre demasiado curioso, y lo que escucharon entonces debió ser el ruido de pasos alejándose, retumbando sonoros por un mundo de ensueño… unos pasos perturbadoramente cercanos pero a la vez infinitamente lejos.