Payaso en tutú

Pobrecito, tuvo que
dejar el circo y
antes de morir
solo por curiosidad
fue a la tienda de ballet.

Se compró un tutú o
lo robó, ya no importa.
Supongamos que era
amarillo oblea, osea,
un color inexistente .

Así, sin maquillaje
despojado de identidad y
más idéntico a si mismo;
me lo encontré en el bar,
le exigí unas tapas de pulpo,
pero no como los pulpos de
ero guro, no piensen mal.

El me rozaba asquerosamente
con su uniforme de bailarina
que giraba alrededor de la barra
y el mozo lo besaba en la frente.

Ahora llueve con shampoo
incluído, mejor así
este señor se ahorra la entrada
a la ducha que no cierra
apesta a moscas y a desdén.

El payaso enhebraba agujas
en su infancia
de madre modista, de
padre intangible o bailarín.
Es por eso que cuela sus
spaghetti con las manos.

 

Cuando leí su poema poeta casi se me hizo un relato de Tim Burton
encatanda de leer sus letras,

Abrazos con spaghetti

 

Estimada Guadalupe: siempre es un placer saber que disfruta de mis "extravagancias". Muchas gracias.
Un abrazo fraterno.