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Perdurable vértigo

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por ivoralgor, 8 de Julio de 2010. Respuestas: 3 | Visitas: 1109

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Junio de 2008
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    Género:
    Hombre
    Empecé a morir con el vértigo de la despedida y no sé cuando inició la lenta y perdurable muerte. Quizá fue esa mañana cuando los ligamentos del aliento se estiraban aletargados y los hongos del insomnio caían en pinceladas de engaño. Hubiera preferido un mejor retrato para decirle a las sábanas que era de mañana y que los fluidos de las sienes se habían evaporado en cada sorbo de tristeza. Es absurdo pensar en eso ahora, tal vez debí menospreciar aquél vértigo.

    Una frase luchaba en las páginas amarillentas de un libro que empecé a leer hacía unas horas en la oscuridad. Las letras se veían nítidas a pesar de la oscuridad de los ojos. La voz de una consonante se disipó en los labios mudos: “juntos hasta en el infierno”. La zozobra mediática se agazapó en las uñas de la malta de tus senos. Era una sombra tenue en aquella vocal de mudo sonido. Continué leyendo sin prestar mucha atención a ese accidente gramatical de la espalda oblicua a mis dedos. ¿Lloré? No estoy seguro de ello, quizá la resaca de la lectura hizo humedecer mis cansados ojos; esos que vieron morir en batalla a Luis Cota, mi hermano de sangre, y a Mercedes Carballo, el amor adolescente de mi alma impura.

    Por aquellos días musité un largo llanto frente al espejo nebuloso de la vida. No hubo vértigo, pero si fatiga emocional compungida. La carroña de la miserable opulencia carnal se mecía en la piel jovial que cargaba con descaro y sin aplomo. Envidiaba el negro celeste de la mirada de Mercedes, esa espesura de su pubis frondoso y virginal, la gratitud de mis besos en su cuello débil. Era toda una diosa desnuda ante mis instintos putrefactos. Una delicia para mi insipiente hombría veinteañera. El vértigo un poco enmohecido por el torrente sanguíneo pulsando mi cartílago emocional.

    Cuando volví a centrarme en la letra opaca, del borde superior izquierdo, deliré minúsculamente con espasmos gloriosos de deseo. Una redondez acompañada de pétalos y tallo. Ella lo había dejado por error, sin percatarse del valor de los trazos confusos. De súbito, el vértigo aceleró una chispa de terror a lo inevitable: los holanes de sus labios asidos al vacío de una pesadilla. Convulsionó la vértebra del iris y quebrantó la inestabilidad emocional del tintero a punto de extinguirse. Un leve parpadeo. El libro aún sigue sin terminar de leerse y con un variopinto sudor de añejamiento. El vértigo me sigue de cerca y las manos ya no tocan ni siquiera el alba del horizonte. Casi me he olvidado de Mercedes y, de cuando en cuando, de la mañana en que inició la lenta y perdurable muerte.
     
    #1
  2. trotamundos.

    trotamundos. Invitado

  3. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Junio de 2008
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    494
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    Hombre
    Me alegra que sea de tu agrado!!

    Saludos!!
     
    #3
  4. ROSA

    ROSA Invitado

    #4

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