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Periodímen. capitulo 3 de la tercera historia.

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por sergio Bermúdez, 29 de Agosto de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 883

  1. sergio Bermúdez

    sergio Bermúdez Poeta que considera el portal su segunda casa

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    CAPITULO 3: LAS CALAVERAS POLARES, UNIDAS HASTA SUS ÚLTIMAS GOTAS DE SANGRE





    Las calaveras polares, que luchaban contra la luz de un sol tímido, que se escondía por miedo a ser aniquilado entre sombras esqueléticas, sufriendo la catástrofe de un asesinato frío y descuartizado por las órdenes de Omicaldus. Omicaldus, se hacía sus propias vivencias, para saber llevar la mala suerte, entre desiertos helados. Las calaveras polares, con una gran fuerza que escondía las arenas liquidas, que no sostenían la fuerza, que se hacía tumba, cada vez que el orgullo se perdía, y no había luz, ni nada cerca de esas fuerzas débiles sin armamento para defenderse. Omicaldus saco su espada, la hizo de hielo, y metió un veneno de Sapormiáncodos, unos ratones gigantes. Periodímen se auto limpio su cuerpo, y fue a luchar contra el ejercito de Omicaldus. Omicaldus hacía juramentos extrayéndose trozos de su piel, y después comiéndoselos, a la vez que se tapaba sus ojos, y después sacaba su aliento, y lo transformaba en el viento polar, que hacía que todas las calaveras polares, alzaran sus ojos, y emprendieran un largo camino sin frenarse, para así expandir sus habilidades, y contemplar como todo se volvía tan vivo en las oscuridades, que soplaban los cielos, y arrasaban en tormentas de galognicos insectos de apetito ultragasal, que significa que sus infiernos eran el veneno que se ayudaba de la fiebre de una muerte, esa que manipulaba la catastrófica enseñanza de las malas lenguas sin ley, como si estuvieran metidas en un pozo, donde morir era el vinculo de la amargura, sin leyes que pudieran saborearse a si mismas. Llenados paisajes de vapor con voces de ultratumba, y disparos de calaveras polares, y Monserfedes, unos guerreros de agua y nieve, que se divertían causando el terror, y aparcando la suerte, para que lloviera en ácidos, para que se estrangulara, y se absorbiera en escándalos, que concentraban bombas explosivas con aire acido toxico y derretible, metiéndose en la sangre, y evaporándose en armas de fuego desnudo, del cual las voces normales callaban, ante el ritual de la gravedad de unos silencios, que no dosificaban su crueldad, pues no temían al misterio, a la vez que ahogaban su muerte, para después explotar y convertirse en diabólicos mensajes, para ser penetrados, y llevados a las tumbas de la gente normal, y así sus cuerpos estaban siendo condenados, absorbiendo sus almas, conquistando sus sueños ya enterrados bajo tierra granizada, y donde la naturaleza era ya el satanismo embrujado por cada cuerda que caía con clavos y sangre. No había nada más malo, que soportar las calamidades, que sostenían a la muerte perversa, esa que arremetía contra los disparos de angustia y desorden, porque no había luz clara, que se hiciera cargo de la fatalidades de los asuntos enturbiados en gripes incurables. Periodímen salto al escenario, y con su puño hizo que del suelo salieran manos con mensajes que dejaban los muertos antes de morir, para que así se supiera que las manipulaciones, se hacían mediante la rabia de Omicaldus, que traspasaba fronteras, y se derretía en crispaciones, las cuales se hacían humo en las mismísimas batallas. Batallas que crisparon al horizonte en llamas, pues el único fuego que podía llegar era el Sablascasium, un fuego, que era mitad fuego, mitad hielo, solo que el fuego ya se había acoplado, y eso fue el turbo que les dio a los Monjomaniacos, para atacar a Periodímen, el cual llenaba sus fuerzas para plantar cara a todo ese desorden. Periodímen salio como si fuera su último aliento que respiraba, y encendió unas velas mortales, con fuego de mortal. Periodímen corrió a toda velocidad y les dio patadas a los Monjomaniacos, que eran bestías sin brazos, solo se defendían mediante sus caras, que llevaban macroflechas en sus cuernos, para lanzar llamas de vapor, que atacan a los sentimientos, y les calculaba el terror, para ser todo servido en sangre sin cura, la cual a las calaveras polares la usaban, para estar unidas hasta sus ultimas gotas de sangre.
     
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    Última modificación: 29 de Agosto de 2009

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