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Periódimen y el Bocsicaiser fantástico. Cap 1, 9 historia.

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por sergio Bermúdez, 5 de Octubre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 609

  1. sergio Bermúdez

    sergio Bermúdez Poeta que considera el portal su segunda casa

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    PERIÓDIMEN Y EL BOCSICAISER FANTÁSTICO. 9 HISTORIA.






    CAPITULO 1: UN BOCSICAISER DE VERDAD.




    Entre las llamas de los poderes de la almas en guerra, saldría un aliento que arrebataba cada puente al infinito mundo, que hacia caer a cada laberinto por las puertas del infierno, hasta arrebatar cada signo de destrucción que caía en picado, así hasta dejar al silencio en lágrimas con el poder desterrado, para sacar hasta a las estrellas de los cielos ocultos que derretían los abismos, reluciendo las alas del espacio con intención de derrotar al enemigo, que haría destrozar a los universos, para encarnar la belleza de un misterioso poder que se hacía el eco del dolor, hasta que las sabanas de una cama electrónica se hacia pasar por la fuente de energía que desviaba la calma hasta el fuego que arrasaba por el espacio, pero en ese mismo instante apareció Periódimen en su coche fantástico llamado Bocsicaiser, un coche de alta tecnología, que iba rebasando cada mirada que se encontraba en las paradas del tiempo, a la vez que las llamas se iban encendiendo en las ruedas, y tenía puntadas láser, que se acoplaban y disparaban contra la cama electrónica, que se empequeñecía con los rayos láseres, hasta convertirse en un espejo radiactivo que escupía tinta fosilizada ardiente entre los laberintos de agua salada que venía en la gravedad desde el espacio hasta contaminar las huellas que se esparcían por cada laberinto que conducía a los túneles del tiempo, para asfixiar a los truenos que se corroían entre conductos de vientos gélidos e iba lanzando cada orientación hacia las penumbras del tiempo, así hasta oscurecer la electricidad, hasta hacerla un punto entre miles de luces corrosivas, que iban liquidando cada estructura, para ser el rayo la puntuación de las tempestades, hasta sacar una espada Biosermia, una espada que era protectora de las cegueras de los horizontes de las ordenes de los Figueroa, hasta delatar a cada huella que se consumía entre cada historia de los fuegos de Pokilindriticus que era el príncipe de los agujeros negros, que iba dando espadazos hasta consumirse las miradas enloqueciéndose y convirtiéndose en los pasadizos hacia la palabra de la eternidad, que era el deseo hasta el altar de la realeza, que iba hasta los pasadizos de los Yermanaos, los padres de los demonios del universo, que se centraban en cada lucha hasta desviar la mente y compenetrar al mundo en galaxias, y eso era la lucha que inspiraba la batalla que haría arder a las ropas de los personajes que allí vivían, menos a los papeles de Periódimen, pues iba a la velocidad más universal, y fue entonces cuando el Bocsicaiser aterrizo entre el sol y la luna, y ardió su rueda y esta cogio más velocidad hasta matar a los torbellinos galácticos y además de eso visito a su amada, a la princesa Sumatraliana, que estaba esperándole con la llave angelical, esa que era de tornillos anti cerebros para matar a los Anyeliscos, y desgarrar sus partes, y hacerla despegar hacia las mayores fronteras que se consumían en relámpagos hasta hacer el recorrido y estrellar su luz en los continentes desconocidos , y luchar contra aves imperiales que ardían en la niebla, y desaparecían en estrellas, y eran llevados al puente del principio, a la misma vez que el Bocsicaiser iba a toda velocidad, ya que era un coche fantástico que penetraba en los sitios más difíciles, para instalarse en lo que ardía, metiendo el turbo y descuartizando al tiempo, y así viajaría a épocas temporales, en los que los enemigos se hacían más fuertes y se admiraban más sus armas, así hasta encenderse el despertar de una nueva mañana, y ver que todo había sido un sueño, pero lo que era real era el Bocsicaiser, que se lo había comprado en la fábrica Bocsitaiser, solo para vehículos de alta generación, que hacían crujir las carreteras y hacerlas brillar con su luz automática, hasta volar más allá de los pensamientos naturales, que no creían ver las personas que dudaban de ese coche con misiones fantásticas.
     
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    Última modificación: 5 de Octubre de 2010

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