pesadilla

Pesadilla


por: Héctor Rodrigo::barf::

La hueca noche ciñe al fatídico campo y la custodian mil sonidos de chicharras, de los grillos, y silbidos de negros pájaros de la oscuridad, se disipan en sus propios ecos que revotan contra el fuerte viento que silba al chocar con las copas de los gigantes y secretos arboles que a su vez se mueven bajo los efectos sombríos de la luna llena, realizando una danza fantasmagórica, las ranas croan su canción desesperada y en la nada se deshacen convertidos en estruendosos graznidos, se alborota el viento entonces y en rechiflas entra en la ventana que golpetea constante y julia duerme, muy profundo es este sueño, tanto que se pierde en su inconsciente y vaga entre sus sueños y es en este entonces donde ve que se aparece ante sus ojos, tal figura que le aterra, por su ventana entra un monstruo que se acerca cada vez más y más está más cerca, se aproxima mientras julia está semidormida pues lo siente y es esta figura que a medida que se acerca esta más fea.

Grandes ojos, casi a media cara, cejas grandes y pobladas, cara flaca, cadavérica, sus falanges huesos, uñas largas y una gabardina negra que le cubre todo el cuerpo y se desplaza este por el aire.

La respiración de julia es atropellada, respira solo a veces y se ataca, este monstruo está a su lado y no se mueve julia en este momento y se angustia quiere gritar y no puede, quiere moverse y los músculos de su cuerpo no le responden, yace inerte.

La noche ríe entonces y la oscuridad se mueve como ropa en tendedero y figuran grandes bocas con babosos dientes, quiere gritar fuerte julia y siente que solo puja, mientras que este ente se divierte, es en este momento que julia se envalenta y con gran esfuerzo se mueve y grita fuerte, tanto que los coyotes le contestan, aúllan al ras de la luna llena entre el concierto de sonidos de una noche oscura, y se despierta julia de esta terrible pesadilla.

Julia está sentada en el borde de su precario camastro en esta choza de adobe con suelo de tierra y situado entre los cerros y el monte… No puede dormir, julia permanece sentada encorvada y con sus dedos enredados en su largo pelo lacio y negro.

Espera el alba y la recibe alegre, el gallo canta, la vaca muge, y ve pasar una puerca con sus críos por la ventana, una señora que no conoce le da de comer a las gallinas y se percata julia que no es esta su casa, pues este es un rancho que no conoce y se espanta, y llora y ríe y ríe y llora sus manos tiemblan al querer tocar su cara y no lo logra, grita tal, que el día se estremece, y este grito se desgarra más al enredarse con el viento, con el tiempo, con el día que corre impávido, muerto, sin reacciones, insensible, como si se tratara de alguna pintura en movimiento.

Afuera, nadie la oye, se asoma y grita y está sola, pues la señora flaca alta y desalineada, solo tira trigo a las gallinas, a lo lejos se escuchan gritos de niños que se ahogan en el tiempo y julia cae hincada en la puerta, ve al cielo y no hay respuesta, solo… calma… esa sorda calma que destruye su mente, ese zumbido en su consciente que la mata y cae rendida al suelo… solo espera.