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Petunias de azul

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Banshee, 1 de Septiembre de 2017. Respuestas: 4 | Visitas: 788

  1. Banshee

    Banshee Poeta recién llegado

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    He vendido mi vieja furgoneta por tres mil euros y me marcho a Cádiz, sé que voy a conseguir lo que me proponga trabajando de jardinería o en alguna floristería, tendré otro tipo de vida lejos de mis amigas. Ya he cerrado antiguos tratos y deudas pendientes. Cogeré el primer autobús y un equipaje ligero, además para no remover demasiado mi conciencia dejo vendidas las cosas.

    Me encantan las plantas y su mundo, crecen en su espacio, o el que las dejan.

    Si hago una comparación, en general pienso que muchas veces no podemos apreciar estos seres silenciosos y nada caprichosos, se amoldan a un terreno, interrumpen con natural belleza el espacio verde y usurpan una zona para conservar con su devenir lento un tesoro o la capacidad de saber llevar el tiempo al son de su existencia con un compás apaisado de acciones sobrevenidas y externas, o bien la armonía del estrato íntimo entre lo que es ser una planta perenne dependiente de un entorno variable. Tengo ilusiones por volver a Cádiz y tal vez si me va bien resulte útil formar un negocio o establecerme allí con el ambiente tan diferente que hay aquí en Toledo.

    A mi edad rozando casi la treintena creo que puedo abrir pétalos que no conocía de mí misma ya sean como una tela de raso sin planchar, su brillo es casi perfecto como la empatía dentro de la familia, lazos de raso que sujetan el cabello de una nena pequeña o cintas que comprometen el futuro al botar un juego de barquitos de su hermanito imaginando tener una flota de barcos como compañeros y amistades en la vida con su lazo más importante que es la apertura de corazón a su hermana en las riendas del timón que me recuerdan lo que he coincidido bastantes veces en educar sin darme cuenta a una parte de la familia que hemos ido formando.

    Soy una joven de carácter o así me han hecho ver como soy en realidad al no aceptar tratos de difícil conveniencia, aunque mi personalidad es fuerte y también he de sobrellevar los baches de la vida y al dar alguna patadita en forma de queja consigo ser escuchada por los demás, pero siempre con elegantes ademanes y palabras en forma de avispilla.

    Acabo de instalarme en el apartamento de alquiler en un barrio tranquilo al parecer bastante familiar esperando que la sociable gente del lugar sea comedida con mi situación; al pasar unos días me encuentro más integrada y sé que estas vecinas mayores que yo me echarán un cable porque les he caído bien.

    He coincidido en talleres del ayuntamiento sobre jardinería con muchas personas de aquí y me hago visible. Para encontrar trabajo he dejado tarjetas en buzones de chalés además de estar empadronada. Y justo hace un momento me han llamado a mi número de una casa a las afueras del centro pidiéndome que sea yo quien me dedique a la jardinería y paisajismo del hogar tras una entrevista personal con Iris, una mujer joven y muy educada que me ha hablado con gran deferencia respecto a mi estado de recién llegada pero también me ha confesado que cree en que todo me irá bien siendo valiente y trabajadora.

    Llevo dos meses rehaciendo el jardín de este antiguo palacete de estilo colonial antiguo y portuario, es increíble el contraste rústico que le estoy dando al jardín, muy del agrado de Iris, empedrado de pizarra y calizas blancas para separar zonas de vegetación estacionaria o senderos. Hay un estanque de lotos a la sombra de dos sauces enormes y todo tiene un toque romántico.

    Iris está casada con Andrés, un joven muy atractivo también y entre ambos me dan directrices e ideas para su jardín o dan el visto bueno a mis ocurrencias sobre aprovechamiento de recursos y ahorro de agua y replantación de alguna especie de césped por grama salvaje y parcelas de trébol alrededor del tronco de los árboles.

    Andrés me parece encantador también, tanto que a veces me desconcentro entre las petunias cuando paro en el cenador rodeado de estas flores de temporada y me quedo pensativa y descansando un rato entre la sombra de los cipreses y el alcornoque centenario. Creo que la situación me desborda al paso de los meses y estoy enamorándome de mi jefe directo. Pero no puedo aceptar que en mi situación de dependencia laboral los sentimientos que tengo me traicionen como pensar que en realidad les debo a este matrimonio su voto de confianza depositado en mí y que todo vaya tan bien, debe ser la consecuencia de que estoy trabajando alegremente; aunque sería más feliz tener con quién compartir estos sentimientos agradables íntimamente porque estoy lejos de mi antiguo círculo de amistades y mis emociones más primarias se quedan en el perfume que lleva el viento de las flores en la cálida brisa del cielo celeste.

    No dejo de oler el perfume de rosas, jazmín y tomillo mezclado con la madreselva en mi ropa cuando llego a mi casa a cambiarme y es que mis jefes son una pareja emprendedora con un negocio de hostelería rural en este ambiente tan tranquilo. Me persigue el cuento del por qué no acabar un día la jornada tumbada a la sombra de la encina solitaria en medio de la pradera de grama escondida entre las siluetas de los tulipanes, dormida como Blanca nieves esperando un regalo que me salve el corazón entre el mundo de los sueños y la realidad aparentemente tranquila y esperanzadora que escapa con la crisis de los treinta años.

    Han pasado otros dos meses y hemos puesto a funcionar la fuente al lado de la pérgola que está construida para que la rodee una planta de buganvilla. Pasa el tiempo desde que llegué en la temprana primavera y queda un otoño sano y apacible para que se vuelen las mariposas entre mis dedos con guantes de esparto y tengo las ideas espolvoreadas de ilusiones como el vuelo de estos seres de luz entre pistilos de flores.

    No pasa un día sin ver como crece el negocio familiar y sentirme dentro de un proyecto común a este matrimonio, aunque me conozco y la mirada que busco es la de Andrés, pero solo creo que voy a escuchar lo que quiero oír si dejo que vuele la suerte en un instante y le haga saber cuáles son mis emociones hacia el por qué cómo cada vez que instruye en el paisajismo de la casona tengo ganas de abrazarle y quererle como la mujer que quiero que me haga sentir.

    Y así es, le hice mi confesión al encender la fuente después de cambiar la boca de agua por una más ornamental, una nutria horizontal en medio relieve asomando en cuerpo entero.

    Le dije que me sentía atraída por él desde hace dos meses que comencé a conocer las razones de mi desazón al ver la complicidad que tenía con Iris, tal vez podían ser celos y que no me importaría entender que fuesen matrimonio y socios pero al analizar más en mis reacciones al verla a ella y hablar con ella soy más reservada y siento vergüenza por mi actitud ya que no quiero parecer desinteresada por el trabajo, estoy empezando a ser más perseverante en estas latitudes dudosas sobre mi aspecto en el objetivo laboral y no quiero defraudar a ninguno, ni si quiera a mí misma por esto mismo el entendió con demasiada educación y sangre fría empatizando el problema en su misma casa que Iris es su única mujer en la vida y será la madre de sus hijos con más deseo que nunca. Por un instante me apoyé mareada en una columna del cenador con pérgola mientras sonaba un eco lejano en mis tímpanos cerrados que no querían oír el “no” pero era inevitable romperme la ilusión de chiquilla o cristal fino de bohemia derramado en lágrimas hacia mi garganta con la voz rota, pero eso sí las lágrimas me rajaron por dentro y no me permití mostrar tal vacile y duda de niña tierna. Mi consuelo era la respuesta de la madurez entre hombres y mujeres en esta tierra tan esplendorosa y hospitalaria que me había cobijado con tanto agrado durante estos meses iniciales.

    Llegando al anochecer a casa y pensando en estos últimos días en un trabajo que conseguí cerca, pero cavilando en el aroma de las flores del granado y la madreselva del jardín que era de Iris, soy su jardinera hasta que ella ha decidido dejar nuestra relación laboral en eso, nada.

    Abrí el portalón de madera y crucé el patio de mi comunidad de apartamentos de alquiler a oscuras dudando sobre porqué me había recriminado que la manera para podar una buganvilla no era dejársela en trazas de un intento de erizo; y es la verdad, lo hice así, a sabiendas de que una delicada planta, su “preciosa” era debilidad en aquel jardín que más bien parecía un paisaje natural o muestra botánica.

    Me senté en el sillón, encendiendo la radio de fondo, mi apartamento era un botijo viejo. Asomaban recuerdos de mi niñez en Cádiz, el viento marino en vacaciones y la tranquilidad con la que me mecía a la orilla de la mar, memorias que parecen nuevas para mí, mi anticuada actitud había sido tener el desliz de insinuarme con el marido de Iris, su pareja de toda la vida es fiel y solo pensaba en mi beneficio egoísta; de una manera altruista él se tomó la molestia de plantarme en la calle, aunque la buganvilla tampoco era culpable.


    Sin una palabra más alta que ninguna me vi menos consciente de la situación, recién llegada, conseguí mi trabajo y lo he perdido en un lugar en el cual ahora soy mucho más forastera, estoy quitándome los calcetines y las botas de montaña, aireando la ropa del olor a su grama cortada, fresca… y no sé si daré demasiadas vueltas a la idea de buscar otra ciudad de casas ajardinadas o sentarme a pensar detenidamente en buscar un puesto fijo con mi experiencia.

    Al parecer Iris no quiere saber nada más o su discreción orgullosa de amantes es irreprochable.

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    #1
    Última modificación: 1 de Septiembre de 2017
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  2. Luis Á. Ruiz Peradejordi

    Luis Á. Ruiz Peradejordi Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Detallado relato, que refleja un buen conocimiento de jardinería, lo que lo hace entretenido y ameno de leer. La historia por lo demás es frecuente, ese amor o lo que sea, que uno siente y que al final las ilusiones son unas y la realidad va aparte. Muy buen trabajo. Me ha gustado. Un saludo. Luis.
     
    #2
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  3. Banshee

    Banshee Poeta recién llegado

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    Así es amigo, no hay buen trabajo con una historia para reirse detrás? un saludo.
     
    #3
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  4. Me gustó muchísimo. Supiste exprimir excelentemente cada detalle por muy trivial que este pareciese y le pusiste alas a pequeños escenarios para volcarlos en algo evocador e inquietante. Se te da muy bien ese contraste de enfoque de cámaras, las transiciones, ¡me encanta!

    Tengo debilidad por los jardines coloridos y románticos, el cautivante y maravilloso aroma de la tierra mojada, las piedras, fuentes, las flores (particularmente la flor de jade, orquídeas, flor de porcelana, y la linterna china, las petunias). De hecho, a mi hija le he puesto el nick de Petunia.

    Encantada.
     
    #4
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  5. CriMa

    CriMa ----

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    Hermoso cuento ! Cómo siempre es un placer leer tus creaciones !

    Saludos cordiales querida amiga !
     
    #5
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