Philip K. Dick, mi amor ( texto experimental neosurrealista)

Después de fumarme un canuto de marihuana estaba relajada porque el PIB del país de Nunca Jamás había subido, aunque esto era verdaderamente una pendejada porque tampoco sabía lo que era. Pero por lo menos mi coño estaba tranquilo y hacía un buen día en Valencia. La bruma medio radioactiva de la contaminación había disminuido y la vista de la ciudad era clara dentro de lo que cabía. También venía asociado a que el índice de criminología mutante era bastante moderado para la época del año. Por lo que decidí salir de mi bloque-búnker, pasando de las miradas inquisitorias de mis vecinos pijos con últimos implantes de cirugía cyborg de moda, como las retinas oculares felinas. Menuda mierda.

El simulacro que a veces usaba para enviarlo a modo de doble en las reuniones de la corporación le faltaba una revisión porque se estaba comportando de una manera errática, pero hasta el Lunes no podría llamar al técnico de reparación. Que por cierto estaba muy bueno con el tanga de manchas de leopardo que usaba como ropa de empresa.

Dejé de cavilar y me fuí al parque de plástico que estaba al lado de donde vivía con mi tablet digital de dibujo gráfico, estaba creando una historia homenaje sobre el escritor Dick androide que a modo de réplica contestaba preguntas automáticamente. Necesitaba un poco de inspiración para salir del callejón sin salida en que se había convertido la misma página en la que llevaba bastantes días.

Estaba sola allí, acompañada con un poco de agorafobia que disimulada con unas gafas de sol que se autoregulaban solas. Pensando en que debía comprarme unos dedos de titanio pues me estaba faltando el pulso. Sentada en un banco público gratuito que no debía pagar por tiempo de uso.

Después de darle vueltas al asunto de continuar lo que estaba dibujando, me había dado cuenta que no había sexo en todo los bocetos adelantados. Una escena sodomita quizás solucionase el problema, aunque tendría que disimularla un poco, metiendo más tonos negros. El color del futuro.

En unas cuantas horas había dibujado varias páginas con gente en diversas posturas, no se me daba mal hacer culos. El androide Philip K. Dick se había convertido en un master del videoporno que transmitía la señal por un satélite de telecomunicaciones ilegal, puesto en órbita por una asociación de antisistemas que luchaba por los derechos de la gente mutante y precognitiva. La reprogramación de Dick estaba quedando de lo más raro.

Después de un rato de estar en el parque plastificado, me entró la paranoia como siempre de estar vigilada. Así que dejé de dibujar y regresé al bloque-búnker, la puerta acorazada reticular me escaneó y no me puso ningún problema para entrar, recordándome que faltaban 3 días para pagar el alquiler y que si no lo hacía me pondrían de patitas en la calle. Había sido un buen día, aunque iba a llegar justa para pagar. Solamente tenía que estar sin comer un par de días, a base de narco-cápsulas.