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Piedra de sangre

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por xantos123, 18 de Diciembre de 2009. Respuestas: 1 | Visitas: 802

  1. xantos123

    xantos123 Poeta recién llegado

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    El silencio se respira en cada recoveco del sombrío lugar, no hay nada que perturbe la sobrecogedora paz que encierra la solitaria colina. El viento que aúlla su respuesta me indica que se acerca una fuerte tormenta, que tenga cuidado. Se hace tarde, el sol recorta su temblorosa forma tras la pálida y desierta colina. Pero debo llegar, lo he prometido.

    ¿Cuánto llevo ascendiendo? Han pasado horas y aún no veo la cima. Decido parar un momento en el camino, observo las lejanas sombras que se acercan y siento un gélido frío que me recorre la espalda como unos invisibles dedos. Sí, la noche se acerca y aún no he cumplido mi objetivo. Debería regresar.

    Ha oscurecido demasiado pronto, las estrellas tan hermosas como siempre empiezan a aparecer, lejanos truenos retumban en la lejanía y las nubes cada vez más numerosas y negras se van acercando. Maldita sea, no he traído paraguas. El cansancio empieza a hacer mella, me cuesta respirar, el sudor resbala por mi rostro, el frío es más intenso ahora y mis ojos deben esforzarse por ver donde piso. Debo llegar, necesito verlo con mis propios ojos, necesito saber si es cierto.

    Mientras sigo el retorcido sendero, la oscuridad y las sombras se adueñan del lugar. Hace tiempo que oí hablar de este sendero, desde niño he escuchado historias extrañas de los habitantes de esta región, de los sucesos que acontecieron en esta colina hace ya muchos años. Los ancianos aún hablan en las tabernas sobre aquella noche, aquella terrorífica noche que cambio la vida de los habitantes de este lugar. Hablan de la fortísima tormenta que azotó la región, el viento enloquecido que derribo casas y establos, de los rayos que cayeron del cielo como una lluvia de muerte que sembró caos y destrucción. Y sobretodo hablan de la horrible luz que cayó del cielo. Nadie se pone de acuerdo, con respecto a eso, nadie puede describir su forma, su color, su tamaño. Pero todos coinciden en que la visión de aquella cosa sobrecogía el corazón, que un terror irracional, casi supersticioso te dominaba como si fueras un niño. Fue una noche de pesadilla, de terror, dicen incluso que se sentía una sensación de malevolencia en el aire, el mal desatado caminaba sobre la tierra. Pocos fueron los que se atrevieron a salir de sus casas esa terrible noche. Después, un incomodo silencio se adueño de la región, nadie quería hablar del asunto, pero había rumores, rumores de que algo había caído en la lejana y desolada colina en aquella noche.

    El tiempo pasó y la gente empezó a rehuir la solitaria colina, poco a poco nuevos rumores empezaron a aparecer, algo pululaba por la región, algo que provenía de la colina, un mal sin nombre ni rostro que amenazaba la paz de aquellas gentes. Varias personas se presentaron voluntarias y fueron a investigar si había algo anormal en la colina. Las gentes insistían que sí, desde la noche de la tormenta, desde aquella endemoniada luz, la colina no era la misma. Era algo muy sutil casi instintivo lo que les hacía rehuir la colina, algo maligno, un terror que les hacía recurrir a antiguas fórmulas para repeler al mal cuando tenían que pasar cerca de la colina. A pesar de todo, los voluntarios no encontraron nada en la colina, la registraron durante todo un día pero no hallaron nada que justificara los rumores. Salvo quizás, una piedra, una piedra normal de gran tamaño que algunos aseguraban no haber visto antes en aquel lugar. La examinaron, la recorrieron de arriba a abajo, una piedra como otra cualquiera. Hasta que uno de ellos les llamo la atención sobre un hecho que habían pasado por alto, la piedra desconocida estaba recubierta de una fina capa de lo que parecía ser una especie de musgo de un color verduzco, mientras que el resto de rocas de la colina aparecían desnudas y secas. La colina parecía un desolado páramo sin vida, desierto, sólo recorrido por el persistente aullido del viento que levantaba remolinos de polvo de la reseca tierra. Esta observación llamó la atención de los voluntarios que examinaron con mayor atención la roca. Pero algo les grita, les rogaba, les exhortaba a alejarse los más posible de aquel lugar y en especial de aquella roca. Todos los que sobreviven lo recuerdan, aquel día algo se les escapó, algo que no supieron ver o que vieron pero no supieron comprender. El instinto primitivo y animal les gritaba que se alejarán y sobretodo, les decía que no tocarán aquella piedra. Los más no lo hicieron, pero algunos, algunos que ya no están entre nosotros, y que Dios guarde sus almas porque nadie sabe donde están, si lo hicieron. Tras aquello los voluntarios volvieron sin contratiempos de aquella inspección y contaron lo que habían visto, les creyeron o intentaron creerles pero la temida colina no volvió a ser visitada, que se sepa. Ahora, la llaman la Colina del Olvido, pues pocos se refieren a ella abiertamente mientras la mayoría hace como si no existiera.

    Estoy a punto de llegar, lo sé, siento como el terror va creciendo a medida que me acerco, el viento ahora, aúlla mas fuerte si cabe, y tengo encima la tormenta. Una ligera llovizna ha empezado a caer mientras las negras nubes se arremolinan sobre la colina solitaria. Los truenos parecen baterías de cañones descargando todo su arsenal sobre el enemigo, los zigzagueantes rayos empiezan a dejar su huella sobre algunas zonas del valle y se acercan, se acercan lentamente. Ya veo la cima el último relámpago
    ha alumbrado un espectáculo sobrecogedor, una luz malsana irradia de ella. Dios mío, Dios mío, ¿qué es eso?, ¿qué es eso?. La fuerte impresión hace que lance un grito desesperado al tiempo que retrocedo presa del pánico, deseo correr, pero algo me tiene paralizado. Con esfuerzo doy un tembloroso paso hacía atrás, debo escapar, huir mientras pueda de esa cosa. Tropiezo con algo, algo viscoso y caigo mientras grito presa del pánico. Me doy de bruces contra el suelo rocoso y siento varios cortes en mi cara, pero el terror más absoluto me invade y me levanto casi arrastrándome. Debo salir de aquí me repito mientras compruebo que me he torcido el tobillo. Empiezo a correr como puedo colina abajo, intentando olvidar lo que he visto, el extraño y sobrecogedor espectáculo que nadie antes ha visto, o quizá sí. Empiezo a recordar a aquellos voluntarios que desaparecieron, mientras dejo atrás aquella maldita piedra, tan espeluznante y terrible. La piedra, la piedra que vino del cielo, ahora, estoy seguro. Debo avisarles, debo advertirles, ya no es ningún juego, el horror existe y está ahí arriba, la piedra, la piedra roja.

    Bajo la maldita colina todo lo rápido que puedo mientras la tormenta se abate sobre ella, el viento aúlla sin descanso susurrándome al oído, acariciándome, riéndose de mí terror, ya no hay ninguna estrella ni luna que ilumine la terrorífica noche. Mis torpes pies parecen tropezar con todo, la oscuridad es total, una lluvia intensa me cala hasta los huesos y tiemblo sin control, pero no de frío. Mis gritos parecen perderse en los rugidos de la fuerte tormenta y el cansancio me hace tropezar un sin fin de veces, pero no pararé hasta estar lejos de esta maldita colina, a salvo.

    Esa cosa no puede alcanzarme, no puede, estoy a salvo, pronto dejaré la horrenda colina atrás, pronto me digo. El cansancio me invade, me siento entumecido, soñoliento, terriblemente cansado, debería echarme un rato, debería dejar de huir y echarme un rato. Estoy a salvo, he vencido a esa cosa, he logrado escapar, ya no puede hacerme daño. Pero algo me mantiene despierto, no estoy a salvo, siento el peligro, lo siento muy cerca. ¿qué me pasa? Con horror miro mis manos cubiertas de sangre, en la huida no me había fijado en ellas, están cubiertas de sangre, horribles heridas las desfiguran, pero no me duelen. Deberían dolerme, la caída fue más peligrosa de lo que pensaba, dos de los dedos de la mano derecha están rotos y se les ve el hueso. Estoy desangrándome, unos torniquetes, tengo que hacer unos torniquetes, Dios mío, en que estoy pensando.

    Levanto la mano para verla mejor y un escalofrío recorre todo mi cuerpo cuando un nuevo relámpago me deja ver con toda claridad mi mano. ¿Realmente es mi mano? Lo dudo, me niego a creerlo. El terror vuelve y está a punto de devorar mi cordura. Sobre mi mano hay algo, algo que he visto allá arriba. Con rapidez empiezo a trabajar intentando arrancar una espeluznante costra verdusca que se adhiere a mis heridas, introduciéndose por ellas, bebiendo de mi sangre, de mi sangre. El horror es tan intenso,
    tan primitivo. No logro arrancarla, no logro que esa maldita cosa se desprenda de mi mano. Es como una maldita esponja, arranco pedazos que luego tiro lejos pero siempre quedan más, siempre quedan más. Y allá arriba, descansa el palpitante corazón con su horrenda luz carmesí, tétrica y asquerosa, mientras late con ese inquietante pulso que ahora siento, mientras me acerco. Ahora, sé el destino de aquellos hombres que osaron tocar aquella piedra roja maldita, ahora lo sé, pero ya es demasiado tarde. Siento su llamada como un lento palpitar que recorre mi cuerpo, más fuerte, más fuerte, más fuerte...
     
    #1
  2. ROSA

    ROSA Invitado

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