Poema Imperfecto

Es en los trazos inciertos donde encuentro la esencia de este poema imperfecto, en los bordes deshilachados de las palabras que se niegan a ser domadas. La perfección es una quimera que jamás pretendo alcanzar, pues en las grietas y las fisuras se esconde la verdadera belleza, esa que no se mide con reglas ni se pesa con balanzas.

Cada verso nace entre suspiros, torpe y vacilante, como un niño que da sus primeros pasos en un mundo desconocido. Aquí no hay rima que encadene el vuelo de los pensamientos ni métrica que aprisione la libertad del sentimiento. Este poema es una danza desordenada, una tormenta de emociones que se desbordan sin pedir permiso, sin seguir un compás establecido.

Es imperfecto porque así es la vida, con sus giros inesperados, con sus caídas y sus vuelos inciertos. No hay simetría en las emociones ni lógica en los latidos del corazón. En cada línea se refleja el caos hermoso de la existencia, esa maraña de recuerdos, deseos y miedos que nos conforman.

La tinta se derrama en este lienzo con la misma furia con la que se desatan los huracanes, sin previo aviso, arrasando con todo a su paso. Las palabras se entrelazan, se superponen, se contradicen. Hay una lucha constante entre lo que quiero decir y lo que se niega a ser expresado, entre lo que soy y lo que los otros ven en mí.

Este poema imperfecto es un espejo roto que refleja mil facetas de una misma verdad, fragmentos dispersos que se unen en un mosaico incompleto. No busco la aprobación de críticos ni la admiración de entendidos; me basta con saber que, en algún rincón del universo, alguien puede encontrar en estos versos un eco de su propia imperfección.

La belleza de este poema radica en su capacidad de ser todo y nada, de abarcar lo inabarcable y dejar espacio para lo que vendrá. Es una obra inacabada, un susurro eterno que se pierde en la noche, un grito silencioso que resuena en el vacío.

Así, con sus fallas y sus excesos, con su desorden y su pasión desmedida, este poema imperfecto es la más pura representación de mi ser. Y en su imperfección, encuentro la más profunda y sincera forma de expresar lo que soy y lo que jamás podré ser.

 

José Aníbal, gracias por compartir. Es saludable darnos cuenta de nuestras imperfecciones, resolver lo que esté al alcance, y no caer en apariencias innecesarias, somos una suma. Saludo cordial.