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– poema sin título –

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Francisco, 11 de Marzo de 2005. Respuestas: 0 | Visitas: 1056

  1. Francisco

    Francisco Invitado

    [center:8889415b13]Iva el muchacho tozudo al nacimiento
    que, aunque ciego e ignorante, quería ver y saber.
    Pasaron años sin sentir el pensamiento, ni la conciencia;
    pasaron años felices.

    Iva el muchacho una mañana a dar con el sentimiento,
    con la mente y con el cuerpo,
    a ver y a saber que así somos,
    con un poco de esto, con otro poco de aquéllo y algo de irracional.
    Las cosas se complicaban con las preguntas
    y las respuestas eran terrenos difíciles de recorrer,
    no encontraba las señales y los prados paradisíacos
    no eran sino entelequias, mitos y secretos, comidillas y deseos...
    Y pasó el tiempo.
    El tiempo le fue dictadura y la piel desesperanza,
    las edades un fastidio irremediable con los que maduraba la muerte,
    quien le fue conciencia vital, por lo que necesaria,
    y las preguntas bienhadadas seguían sin respuestas.

    Iva el muchacho a lograr sus veinticinco años,
    a saber que sólo es un número que no corrobora su ser,
    que aunque sí la piel y su cabello de anciano,
    no su voz ni su legado,
    no su conciencia ni su estado,
    no su vida ni sus preguntas aún sin responder.
    Iva pues con la tristeza de ser tan pobre de amor propio,
    como para seguir sin saber,
    lleno de miedos, lo supo, y lleno de él tan sólo.
    Su cuerpo pidiendo complacencias a gritos y él tan sordo,
    pidiendo a gritos resporderle, y él escuchando sólo a las preguntas,
    no dando los pasos ya remarcados por nuestra historia,
    no haciendo caso a sabios y a poetas,
    no queriendo saber lo que todos sabemos desde el nacimiento.

    En horas de ahora, ante el poema, el muchacho se autoanaliza y se relata la vida.
    Se relata que sigue sin respuestas, con las mismas preguntas.
    Se relata sus soledades, reunidas en encuadernaciones
    que no se embalsaman en el pasado; y superarlo.
    Se relata los deseos no logrados
    y descubre su edad verdadera; no ha madurado.
    Se relata que no dobló un ápice su espalda en favor de la valentía,
    aun ni por amor propio.
    Se relata sus camas vacías,
    sus pocos viajes,
    su tantas cobardías,
    sus tantos planes esperando caer en un baúl infranqueable,
    su mismo poema una y otra y otra vez;
    se relata su pena, o tristeza, o depresión, o enfermedad, o apatía,
    o desazón, o pesar, o lástima, o hastío, o arrepentimiento, o miedo, o insignia, o bandera, o delito, o equivocación, o tormenta de dolores, o injusticia, o destino, le da igual.
    Se relata malograda su felicidad sin haber sentido.

    En la noche se refugia, escribe lo que serán futuros poemas mudos,
    secretismos que darían soluciones si leídos por los quienes son escritos.
    En la noche se destruye para caer sobre el sueño de dormir,
    y dormir y llegar a mañana y que todo pase ante sus ojos como si pasara lo ajeno.
    Con el día parece, pero no depierta. Sólo es un acto programado.
    Se cuenta, pero no llega al uno.
    Se destruye, no construye su pena para cuando llegue su último día.[/center:8889415b13]
     
    #1

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