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Poemas de Alfredo Espino

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por puroamor, 11 de Enero de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 7254

  1. puroamor

    puroamor Poeta fiel al portal

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    Alfredo Espino

    (Edgardo Alfredo Espino Najarro; Ahuachapán, 1900 - San Salvador, 1928) Poeta salvadoreño que a partir de la publicación de su único libro, Jícaras Tristes, ha sido uno de los líricos más leídos en su país y está considerado como uno de los autores clásicos de la literatura centroamericana.

    Sus composiciones, diseminadas en papeles sueltos y en distintas publicaciones, fueron recopiladas por su padre con el fin de llevarlas a la imprenta. Una parte de esta recopilación, prologada por un texto esclarecedor del poeta Alberto Masferrer, fue publicada en 1932 en el diario Reforma Social. A causa de su repercusión, en 1936 vio la luz en forma de libro una compilación más completa y representativa de su obra que se tituló: "Jícaras tristes".

    La poesía de Alfredo Espino es un equilibrio de romanticismo y expresión mesurada, que canta al paisaje con imágenes de gran poder descriptivo y plasticidad, siempre desde una percepción tierna de los seres y las cosas de su tierra. Buena parte de su obra es un canto a la región de Cuzcatlán. Prefirió la sencillez y la métrica tradicional para sus modestas pretensiones líricas y escribió romances y sonetos, aunque no desechó el verso libre. Sus poemas evocan los árboles, los frutos, el aroma de la noche, los colores, los niños y lo maternal.



    POEMARIO




    LAS MANOS DE MI MADRE


    Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
    tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
    ¡Solo ellas son las santas, solo ellas son las que aman,
    las que todo prodigan y nada me reclaman!
    ¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
    me sacan las espinas y se las clavan en ellas!

    Para el ardor ingrato de recónditas penas,
    no hay como la frescura de esas dos azucenas.
    ¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
    son dos milagros blancos apaciguando angustias!
    Y cuando del destino me acosan las maldades,
    son dos alas de paz sobre mis tempestades.

    Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
    porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.
    Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
    ¡Son las únicas manos que tienen corazón!
    (Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
    aprended de blancuras en las manos maternas).

    Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
    cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
    ¡Las manos maternales aquí en mi pecho son
    como dos alas quietas sobre mi corazón!
    ¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
    ¡Las manos de mi madre perfuman con terneza!


    __________________________________________________________



    ASCENCIÓN


    ¡Dos alas!... ¿Quién tuviera dos alas para el vuelo?
    Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
    Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
    que si no fuera un mar, ¡Bien sería otro cielo!...

    Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores...
    ¡Que pequeños los hombres! No llegan los rumores
    de allá abajo, del cieno; ni el grito horripilante
    con que aúlla el deseo, ni el clamor desbordante
    de las malas pasiones... Lo rastrero no sube:
    ésta cumbre es el reino del pájaro y la nube...

    Aquí he visto una cosa muy dulce y extraña,
    como es la de haber visto llorando una montaña...
    el agua brota lenta, y en su remanso brilla la luz;
    un ternerito viene, y luego se arrodilla
    al borde del estanque, y al doblar la testuz,
    por beber agua limpia, bebe agua y bebe luz...

    Y luego se oye un ruido por lomas y floresta,
    como si una tormenta rodara por la cuesta:
    animales que vienen con una fiebre extraña
    a beberse las lágrimas que llora la montaña.

    Va llegando la noche. Ya no se mira el mar.
    Y qué asco y que tristeza comenzar a bajar...

    ¡Quién tuviera dos alas, dos alas para un vuelo!
    Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido,
    con el loco deseo de haberlas extendido
    ¡Sobre aquél mar dormido que parecía un cielo!

    Un río entre verdores se pierde a mis espaldas,
    como un hilo de plata que enhebrara esmeraldas...



    _________________________________________________________________


    ÁRBOL DE FUEGO



    Son tan vivos los rubores
    de tus flores, raro amigo,
    que yo a tus flores les digo:
    "Corazones hechos flores".

    Y a pensar a veces llego:
    Si este árbol labios se hiciera...
    ¡ah, cuánto beso naciera
    de tantos labios de fuego...!

    Amigo: qué lindos trajes
    te ha regalado el Señor;
    te prefirió con su amor
    vistiendo de celajes...

    Qué bueno el cielo contigo,
    árbol de la tierra mía...
    Con el alma te bendigo,
    porque me das tu poesía...

    Bajo un jardín de celajes,
    al verte estuve creyendo
    que ya el sol se estaba hundiendo
    adentro de tus ramajes.



    ___________________________________________________________



    EL NIDO

    Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
    en el hueco de un árbol, su nido matinal,
    que el árbol amanece con música en el pecho,
    como que si tuviera corazón musical.

    Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,
    para beber rocío, para beber aroma,
    el árbol de la sierra me da la sensación
    de que se le ha salido, cantando, el corazón.



    ___________________________________________________________



    CAÑAL EN FLOR




    Eran mares los cañales
    que yo contemplaba un día
    (mi barca de fantasía
    bogaba sobre esos mares).

    El cañal no se enguirnalda
    como los mares, de espumas;
    sus flores más bien son plumas
    sobre espadas de esmeralda...

    Los vientos -niños perversos-
    bajan desde las montañas,
    y se oyen entre las cañas
    como deshojando versos...

    Mientras el hombre es infiel,
    tan buenos son los cañales,
    porque teniendo puñales,
    se dejan robar la miel...

    Y qué triste la molienda
    aunque vuela por la hacienda
    de la alegría el tropel,
    porque destrozan entrañas
    los trapiches y las cañas...
    ¡Vierten lágrimas de miel!


    ___________________________________________________________



    UN RANCHO Y UN LUCERO


    Un día -¡primero Dios!-
    has de quererme un poquito.
    Yo levantaré el ranchito
    en que vivamos los dos.

    ¿Qué más pedir? Con tu amor,
    mi rancho, un árbol, un perro,
    y enfrente el cielo y el cerro
    y el cafetalito en flor...

    Y entre aroma de saúcos,
    un zenzontle que cantará
    y una poza que copiará
    pajaritos y bejucos.

    Lo que los pobres queremos,
    lo que los pobres amamos,
    eso que tanto adoramos
    porque es lo que no tenemos...

    Con solo eso, vida mía;
    con solo eso:
    con mi verso, con tu beso,
    lo demás nos sobraría...

    Porque no hay nada mejor
    que un monte, un rancho, un lucero,
    cuando se tiene un "Te quiero"
    y huele a sendas en flor...


    ___________________________________________________________



    LOS OJOS DE LOS BUEYES

    ¡Los he visto tan tristes, que me cuesta pensar
    cómo siendo tan tristes, nunca puedan llorar! …

    Y siempre son así: ya sea que la tarde
    los bese con sus besos de suaves arreboles,
    o que la noche clara los mire con sus soles,
    o que la fronda alegre con su sombra los guarde. .

    Ya ascendiendo la cuesta que lleva al caserío
    entre glaucas hileras de cafetos en flor…
    o mirando las aguas de algún murmurador
    arroyuelo que corre bajo un bosque sombrío.

    ¿Qué tendrán esos ojos que siempre están soñando
    y siempre están abiertos?…
    ¡Siempre húmedos y vagos y sombríos e inciertos,
    cual si siempre estuviesen en silencio implorando!

    Una vez, en la senda de una gruta florida
    yo vi un buey solitario que miraba los suelos
    con insistencia larga, como si en sus anhelos
    fuera buscando, ansioso, la libertad perdida…

    Y otra vez bajo un árbol y junto a la carreta
    cargada de manojos, y más tarde en la hondura
    de una limpia quebrada, y en la inmensa llanura,
    y a la luz de un ocaso de púrpura y violeta

    ¡Siempre tristes y vagos los ojos de esos reyes
    que ahora son esclavos! Yo no puedo pensar
    cómo, siendo tan tristes, nunca puedan llorar
    los ojos de los bueyes…


    ___________________________________________________________



    LOS OJOS DE LA CRIOLLA


    Unas veces es clara, y otras veces es trigueña
    cual la tierra quemada por el fuego del sol…
    La criolla que en los labios lleva un tenue arrebol
    y en los ojos oscuros lleva un alma que sueña…

    Cuando lloran las cuerdas de una triste guitarra,
    se le tiñen los ojos de un color de ilusión
    y el cálido pecho se le va el corazón,
    cuando lloran las cuerdas de una triste guitarra…

    En las pálidas horas de las noches de luna,
    bajo el toldo discreto del amate sombrío,
    le reflejan los ojos cual las ondas de un rio
    en las pálidas horas de la noches de luna…

    Cuando va los domingos a una iglesia cercana,
    con sus ojos oscuros de color de aceituna,
    los piropos la siguen y el amor la importuna,
    cuando va los domingos a la iglesia cercana…

    Cuando lloran las cuerdas de una dulce guitarra
    en las pálidas horas de las noches de luna,
    se entristecen sus ojos de color de aceituna,
    cuando lloran las cuerdas de una dulce guitarra.


    ___________________________________________________________


    QUEZALTEPEC


    La noche fue dantesca... En medio del mutismo
    rompió de pronto el retumbar de un trueno...
    Tropel de potros que rompiera el freno
    y se lanzara, indómito, al abismo...

    Un pálido fulgor de cataclismo,
    al cielo que antes se mostró sereno,
    siniestramente iluminó de lleno,
    como si el cielo se incendiara él mismo...

    Entre mil convulsiones de montaña
    se abrió la roja y palpitante entraña
    en esa amarga noche de penuria...

    Y desde el cráter en la abierta herida
    brotó la ardiente lava enfurecida
    como un boa incendiando de lujuria.


    ___________________________________________________________


    LOS POTROS




    Ya se acercan los potros; raudamente precisa
    el grupo sus contornos de estética salvaje;
    entre el pálido rosa del lánguido paisaje
    corren desenfrenados, a la par de la brisa.

    Los potros ya se acercan: más lo hacen tan aprisa,
    que parece volaran sobre el quieto paraje;
    desplázanse los cascos en fantástico viaje
    atrás dejando chozas de silueta imprecisa.

    Huracanadamente por los llanos nativos,
    van devorando leguas los potros fugitivos,
    por burlar los afanes de inútil seguimiento;

    como una sombra alada pasan ante nosotros,
    y los recios gañanes, en fuga tras los potros,
    describen con los lazos rúbricas en el viento...








     
    #1
    Última modificación: 11 de Enero de 2016

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