Poesía de la desesperación

Por momentos me doy cuenta de los débil que soy, de lo triste que estoy cuando ni sé dónde voy ni se me ocurre lo que hago, si tiene sentido, si tiene algún fin... si me tengo a mi mismo, si tengo el valor de callarme los gritos de odio que me causa la sociedad. Escupo el asco causado por aquel que no me causa una confianza, una seguridad; el asco de aquel que recibe más respeto del que da, o quita el respeto al que no le tiene. Pues ellos los que luego sonríen y duermen tranquilos.
Después de abrir los ojos me vuelvo a dar cuenta de mis verdaderas necesidades, de lo que realmente me hace feliz en la vida. Solo una sonrisa, una, para saber lo que soy, lo que siento y lo que trato de comprender. Y la impotencia me apodera, mis ojos bañados en lágrimas humedecen mis mejillas mientras mi barbilla tiembla de nervios. Lanzo miradas de esperanza a todos los lados hasta que pierdo la coherencia y me arrodillo pidiéndole a Dios n milagro inexistente, que me arme de paciencia o me dé una sugerencia para quitarme el dolor de mi mente, donde guardo mi chispa y ganas, donde perdí la ignorancia. Y a mí mismo me he perdido.